Redacción
Cultura comunitaria, inclusión
social y trabajo horizontal, son tres conceptos abstractos a los que La
Jacaranda ha buscado dar un carácter concreto en su propuesta de trabajo como
centro cultural, cuyas puertas han estado abiertas por tres años.
La Jacaranda se localiza en el
primer cuadro de Pátzcuaro, (calle Dr Coss no 4) y opera gracias al trabajo de
un equipo del que es parte Kitzia
González Simón, una joven artista y gestora cultural que, en razón de los
tres años del espacio del que es parte, ha concecdido una entrevista para
expresar lo que significa tener un centro cultural, los retos, desafíos y
metas.
¿Cómo es
dirigir un centro cultural en Pátzcuaro?
"Es la parte más trascendental,
la que atraviesa todo nuestro quehacer y describirla es complejo, sin embargo
puedo decir que ha sido una experiencia gratificante, sobretodo por lo que a
cada uno de los miembros nos confronta y aporta el trabajar en equipo desde una
forma horizontal; esto ha sido al mismo tiempo el mayor desafío, pues la tendencia
general del trabajo esta guiada con un esquema piramidal o vertical. Aquí hemos
hecho híbridos, muchos experimentos e intentos, pero aquí seguimos y se ha
podido consolidar cada vez más.
Ahora, la cuestión es que Pátzcuaro
tiene el aura de que se vive una oferta cultural, eso tiene algo de cierto pero
es más complejo: es un pueblo-ciudad que ha visto mucho turismo, lo cultural
esta pensado para el turismo y viceversa, es una confusión que nos ha
trastocado porque sí es necesario dirigirse a un público turista porque es la
inercia de la realidad; sin embargo tenemos el fírme objetivo de que este
espacio se vuelva algo que el pueblo, con todas sus diferencias, lo adopte, lo
quiera, lo viva y lo nutra".
¿Cómo
evaluar la respuesta de las personas?
"En general bastante positiva.
En un inicio sentía que había personas que deseaban nos fuera bien, pues
percibían que La Jacaranda tenía el aire de que era algo fresco, nuevo y
también poco armado, pero que ya estaba aquí en Pátzcuaro; fue muy bien
recibido por los turistas, por quienes han venido a habitar Pátzcuaro, mientras
que por la gente local ha sido complejo que entren, pero aunque no son la mayor
parte de nuestro público cada vez hay mas.
A éstos últimos les sorprende, les
gusta saber que espacios como este pueden brindar conciertos de calidad, sin
que haya un ambiente rígido con protocolos de conducta. También hemos abrazado
a la comunidad de artesanos que venden en las calles, aquí pueden tomar agua,
ir al baño, tomarse unos minutos de descanso. A mi me gusta esa diversidad, que
se vive.
Ahora, el espacio se ha dado a
conocer mucho más por los eventos musicales, por esto sobrevive. Hemos creado
un punto de encuentro donde se consume, con lo que podemos sostener y
equilibrar días casi muertos, porque hay temporadas bajas y altas.
Sin embargo, la diversidad del
espacio hace que una u otra cosa sea un gancho de interés; es decir, sino es un bar tal cual, sí es un
lugar donde una persona puede tomar un mezcal y sus hijos pueden distraerse con
juegos de meza, puedes ver arte y artesanía, tomar un café y conversar un poco,
atiende necesidades de personas que se identifican o se abren a estar aquí y
vivirlo".
¿Se ha
vuelto más complicado tener un centro cultural dadas las circunstancias
críticas del estado?
"Las circunstancias críticas
del estado sí lo fueron a nivel de fama unos años atrás y claro que siempre
estamos vulnerables a lo que se dice que sucede, sin embargo, evalúo que
Pátzcuaro esta teniendo una buena racha: empezamos en un momento en el que casi
no había nada y ahora cada vez hay más cafés, más galerías, eso representa más
competencia y creo que esta bien, en el sentido de que la ciudad se reconoce
como Pueblo Mágico que oferta cultura, que puede atraer compradores de arte o
llamar la atención de parejas jóvenes.
La parte turística no la podemos
negar, esta poniéndose más fuerte; ahora, al rascar en el enfoque que el
ayuntamiento le da al turismo, resulta que éste no es favorables para la
formación comunitaria, porque el centro se empieza a sentir como algo
exclusivo, hemos sabido por ejemplo de artesanos que son corridos por los
inspectores por ejemplo; entonces, el estar en un lugar turístico ha sido
favorable aunque nos ha ceñido un poco, hemos postergado proyectos de carácter
formativo para la comunidad".
¿Qué sigue
para La Jacaranda en este cuarto año?
"Los tres años nos llegan como
un momento para transformar y restructurar muchas cosas a nivel de
funcionamiento interno, porque necesita operar un poco diferente para
sostenerse; ¿qué se espera?, que la operación sea más eficiente y que los
objetivos e ideales se vayan haciendo más palpables, con más colaboración de
cerca con cooperativas locales, productores de café, chocolate, mezcal,
artesanías, música, que siga y se fortalezca este tejido, que no se rompa.
Tenemos metas a nivel financiero,
porque es todo un reto sacar a flote los gastos y no podemos decir que ya
estamos en nuestra meseta de crecimiento".
¿De que
forma surgió La Jacaranda?
Surge a partir de varias
inquietudes, sobretodo de amigos artistas, por gestionar y tomar en nuestras
propias manos las riendas de abrir
espacios propios para expresar y crear. Al inicio fue un proyecto
abstracto y amplio, nos consolidamos como una cooperativa de artistas -llamada
Proyecto Nitamakwa, que en purehpecha significa 'forma de caminar por la vida o
camino de vida'- y como las cooperativas tienen entre sus principios procurar
el bienestar de sus socios, buscamos sumar fuerzas para echar a andar los
proyectos de cada uno de los miembros.
Además, siempre estuvo la idea de abrir
un espacio con cafetería y un foro, pues creemos que los espacios
abiertos y comunitarios generan tejidos de intercambio, conversación y
conocimiento.
Como antecedente, puedo mencionar la
organización de un taller de violonchelo en 2005 y en 2008, fue el 'Salón de
chelo' en ambos años; luego hubo el 'Salón del canto' en el 2011, que estuvo
coordinado con artistas que manejan el cuerpo; todo esto fue para que los
artistas vinieran a Pátzcuaro a pasar un
tiempo y al mismo tiempo para que en la ciudad hubiera una energía diferente, para que a las personas
pudieran vivir otro ritmo.
Después realizamos el 'Festival
huellas' en el 2015, que tenía música tradicional y antigua, el primero en el
país con esta curaduría de hecho, que permitió el encuentro de músicos
académicos y tradicionales; gracias a éste evento hubo un gancho fuerte.
Entonces, se fueron juntando las coordenadas y coincidencias para que nos
animáramos a abrir el centro cultural, sin que tuviermoas mucha idea de lo que
implicaba a nivel operativo, el sueño y el ímpetu fueron el gran empujón.
¿Finalmente,
por qué creer en la cultura?
"En un sentido amplio, cultura
es todo lo que hacemos y volvemos a hacer,transmitimos, cargamos de sentido y
significamos; la cultura no esta bien ni esta mal, ni es fea o bonita, es lo
que somos, pero lo que somos necesita irse construyendo y la importancia de
cultivar lo que nosotros pretendemos con estos espacios es cultivar
convivencia, cultura de paz, comercio justo y las relaciones sanas de trabajo.
Creemos que podemos cultivar lo que
realmente nos hace vivir bien, que no es exactamente lo material aunque este
vinculado, por ello ponemos atención a los productores, a la cadena de gente y
de personas que permiten que pueda existir un momento de plenitud, y claro que
vivirlo en un espacio de seguridad es algo que, consideramos, pone semillas
para un mundo más justo y equilibrado".
El programa
de actividades
Para celebrar sus tres años de vida,
La Jacaranda realizó una serie de actividades en las que dejó ver el carácter
de cultura comunitaria con que funciona, pues incluyó desde charlas de textiles
y música, hasta conversatorios en torno a la agroecología.
Los eventos del sabado 16 incluyeron
una charla bazar con Tepeni Red Coperativa; una plática con los de AkuaXinaxtli
agroecología, colectivo que tiene una propuesta agroecológica; catas y
degustaciones de bebidas artesanales; la presentación de "Cuentos Peregrinos",
teatro de títeres para toda la familia, interpretados por Jullio de la Calle y
Mariana Calle; así como un bailongo animado por "Jam Latino pa'
bailar" y Barrio Tingo.
Para el domingo 17, la oferta de
eventos fue armada con una charla sobre la historia de El Traspatio Cafebrería,
con su directora Mara Rahab; un conversatorio con el proyecto de
"Originaria, Gira de mujeres poetas en lenguas indígenas", presentado
por Mara Rahab y Celeste Jaime; catas y degustaciones de bebidas artesanales;
un fandango con música tradicional y, para cerrar, la presentación de danza con
máscaras de Tócuaro, presentada por parte del Grupo Sapichu.