Ulises
Fonseca
El
papel de las mujeres, su evolución personal y social, así como las condiciones
del mercado, fueron algunos temas tratados dentro de la charla “Ocumicho: mujeres que modelan historias”,
impartida por la investigadora y profesora Eva
María Garrido Izaguirre en El
Traspatio Cafebrería.
En
dicho espacio, Garrido Izaguirre, que es antropóloga y docente investigadora en la Universidad Intercultural Indígena de
Michoacán (UIIM), compartió una parte de lo que tiene su amplia
investigación “Donde el diablo mete la
cola”, que entre otras cosas, involucra líneas como la antropología y la etnografía
de las artes.
Otro
elemento es el empoderamiento femenino,
mismo que a decir de Garrido Izaguirre “es una
consecuencia de un fenómeno más complejo, también hay costos que han
experimentado por ese empoderamiento debido a cuestiones culturales ya
documentadas por antropólogos como George Foster, digo esto porque el tener
éxito en Ocumicho puede tener como consecuencia desprestigio social”.
Dicho
desprestigio se acentúa en el caso femenino, pues como refirió Garrido
Izaguirre “hay testimonios de mujeres que decían que, al tener dinero en la
bolsa sus esposos las cuestionaban sobre el origen de ese recurso; sin embargo,
hay ejemplos de empoderamiento a partir del
trabajo arduo e intenso. Además, el ser artesana es para algunas mujeres
una decisión y para la mayoría es una opción condicionada por la necesidad y de hecho cuando preguntas sobre
este aspecto hay una doble respuesta: por una parte se hace por necesidad y por
otra es un trabajo acompañado por un disfrute lúdico”.
A
propósito de esto último, Garrido Izaguirre señaló que las mujeres artesanas
enfatizan la necesidad de tener imaginación al momento de crear, entonces, dijo
“el contacto con el mundo del arte occidental, ese espacio fronterizo entre
artesanía y el arte elitista, ha llevado a que las artesanas asuman principios
como la innovación”.
¿Qué pasa con la equidad
de género?
La
antropóloga mencionó que el mundo artesano de Ocumicho incluye ramas como la
cera escamada, el bordado punto de cruz, el bordado puntada maravillosa, la
talla en madera y el trabajo en barro, siendo éste último “un oficio femenino, pero
luego del auge por los diablos y el contacto con un público ajeno al ámbito
regional, hubo tanto éxito que los hombres se involucraron en el trabajo, ayudando
a pintar, cargar el horno, en las ventas y demás”.
“Luego
–añadió- lo que hicieron algunos hombres fue transformar el trabajo de la
madera, eminentemente masculino, para generar piezas que estéticamente emulan
el estilo de las figuras de barro; sin embargo el empeño de hablar de mujeres, y sí es un empeño personal, es también
por poner el acento en algo evidente: en el momento en que hay hombres y
mujeres que se dedican a un oficio hablamos en masculino, en el caso de
Ocumicho mayoritariamente son mujeres y por ello prefiero hablar en femenino,
además de que las mismas mujeres dicen ‘nosotras
somos las que sabemos’ y también para evitar esa triple exclusión
mujer-indígena-artesanas”.
Ahora
bien, la antropóloga descarta que Ocumicho sea un lugar equitativo, “no puedo
decir que sí lo sea, ya no vivo ahí pero conozco historias de mujeres, que son
historias muy duras, donde la situación
de la mujer purépecha es especialmente complicada, por ejemplo, una mujer soltera
no tiene derecho a tierras”.
No
obstante, Garrido Izaguirre menciona que el tener trabajo empodera, “da la
posibilidad de actuar, tiene costos sociales pero hay mujeres que lo han
superado, tengo una comadre, que es madre soltera y fue víctima de críticas muy
duras pero se sostuvo como una gran artífice y actualmente es reconocida por la
comunidad como una de las mejores artesanas del pueblo; además, el
empoderamiento económico supone el empoderamiento social”.