Redacción
La
respuesta a los problemas que sufre la humanidad la tienen los pueblos
originarios, quienes siempre han enarbolado el respeto a la madre Tierra y los
derechos colectivos, reflexionaron los participantes en la mesa “Las culturas
originarias y el diálogo intercultural en el siglo XXI”, en el Congreso del
International Society for the Performing Arts (ISPA - Sociedad Internacional
para las Artes Escénicas).
“En
este momento en que la Tierra pasa por una severa crisis, pues es terrible lo
que sucede, en las culturas originarias están las respuestas para esta crisis
pavorosa. Las culturas originarias reivindican sus derechos colectivos, no sólo
los individuales. Y eso es algo difícil de entender en la sociedad. Un
individuo es vulnerable y sus derechos pueden ser pisoteados, pero lo que
aprendimos con el zapatismo en Chiapas es que unidos somos fuertes”, afirmó la
actriz Ofelia Medina.
La
también bailarina, directora, dramaturga y activista social, quien desde 1985
trabaja con las comunidades de pueblos originarios en la defensa de sus
derechos y expresiones artísticas con sus lenguas, recordó que en las demarcaciones
zapatistas los acuerdos se llevan de forma colectiva; además, los pueblos
originarios han tenido un ancestral respeto a la madre Tierra.
Medina
añadió que hasta 1988 sólo se reconocía el español como lengua oficial en
nuestra nación, y aunque luego se reformó el artículo cuarto Constitucional
para reconocer a México como un país pluricultural, el cambio no se reflejó en
la vida cotidiana. “Las 68 culturas originarias en México viven en pobreza
extrema. Eso es penoso y agravante. Y esto ocurre en todo el continente”,
apuntó la actriz.
Al
hablar de la situación en el continente, Margo Kane, artista interpretativa de
Cree Saulteaux, fundadora y Directora Artística de Full Circle y del Festival
Talking Stick en Vancouver, Canadá, declaró que esta nación no ha tenido la
mejor de las relaciones con sus pueblos originarios.
“Mi
madre biológica me dio en adopción a mi tía. Tenía que encontrarme en un mundo
no nativo, encontrar cómo salir adelante y emulaba todo ese trabajo
eurocéntrico, viendo su cine o leyendo a Shakespeare. Pero reconocía que eso no
me representaba a mí, por mi raíz indígena y me sentí sola por mucho tiempo.
Los miembros de mi familia fueron muriendo y yo buscaba conexiones con mi
propia comunidad, cerrar el círculo y encontrar las raíces Así encontré esta
figura del bastón parlante (talking stick), para crear este festival que ha
encontrado su propia vida y está en su noveno año”, narró Kane.
El
dramaturgo Keith Barker, originario de Ontario y actual Director Artístico de
Native Earth Performing Arts, se dijo orgulloso de estar en la tierra de los
wixárikas, cultura a la que admira profundamente. Recordó que Canadá intentó
buscar una identidad nacional y para ello se generó una estrategia para
difundir la cultura de pueblos indígenas; sin embargo, parece que se busca
resucitar a esas expresiones artísticas desde una perspectiva artificial.
“El
entrecruce de civilizaciones destruyó la vida indígena, y las artes indígenas
sobreviven como fantasmas. No pueden recuperar su sustancia original y los
indígenas se desarrollan como los otros canadienses”, subrayó Barker, quien
impulsa su proyecto Native Earth, en el que se busca dar voz a los talentosos
artistas indígenas, quienes siempre han estado ahí.
El
Director General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas del Gobierno de la
República, poeta Mardonio Carballo, se presentó hablando en náhuatl. “¿Cómo
está su corazón?”, preguntó al público.
Coincidió
en que el año 1994 fue un parteaguas en la historia de los indígenas del país
con la irrupción zapatista, justo cuando México entraría a las grandes ligas
del neoliberalismo.
“Ese México uniforme que habla castellano y cree en la Virgen de Guadalupe, ese México heterosexual, con un nivel de pagarse una educación. Ese México se rompe. Ahorita es momento donde podemos hablar y se puede ver la confirmación multicultural y plurilingüista de un país que está aprendiendo a conocerse”, dijo Carballo.
Fotografía: Abraham Aréchiga