Ulises Fonseca
Para la artista
Dianne Vázquez,
Morelia sí cuenta con mercado para el arte, pero
“aún es pequeño, hay muchos artistas jóvenes y con mucho talento y creo que deberían abrirse más espacios”.
Ella misma es parte de esa generación de creadores jóvenes y de hecho, este miércoles inauguró su segunda expo individual, una colección de dibujo llamada
“Entre tinta y piel” recibida por
Cactux Morelia.
Para continuar con el tema, es posible señalar que si bien hay lugares con apertura para los nuevos talentos, Vázquez considera que son pocos espacios y por ello la creadora llama a que las galerías y los museos de esta ciudad consideren más a sus artistas: “que no se cierren a lo que ya está establecido, yo conozco a muchos artistas que son muy jóvenes, con propuestas muy interesantes y que trabajan mucho, entonces creo que esos espacios deberían abrirse para los creadores nuevos”.
Otra cuestión relacionada con el panorama local es el ingreso que se puede obtener a partir del trabajo artístico: “
para generar más ingreso creo que sí es necesario emigrar o que la obra no se quede aquí, pues el mercado es limitado y hay muchísimos artistas, entonces sí hay que buscar en otros lugares”.
La inagotable posibilidad
El espectador que acceda a la primera sala del Cactux encontrará una serie de dibujos, tanto a blanco y negro como a color, que dan cuenta de la pasión que siente Vázquez por el retrato: “me gusta mucho trabajarlo, pues creo que es un tema inagotable que da para mucho, además me encanta la figura humana”.
Es de esta manera que se conforma la exposición de Vázquez,
una serie con 10 piezas únicas en formato de 50 x 70 centímetros, todas realizadas en bolígrafo sobre papel algodón. Es un trabajo que, como bien dijo la propia Vázquez, fue desarrollado a partir de fotografías: “a partir de la forma yo reinterpreto la foto, hago una propuesta estética personal que es a partir del trazo, el gesto y el color”.
Entonces ella realizó una recolección de imágenes en base al gesto, cosa que ella explica mejor: “no hubo una selección a partir de si eran hombres o mujeres, fue más bien en base a la expresividad de los rostros que vi, que me gustaron y me parecieron interesantes; lo que sí hay es que
cinco piezas fueron trabajadas en blanco y negro y otras cinco realizadas en una paleta de color integrada por tonos naranjas, rosas, cafés y rojos”.
A fin de cuentas, luego de este proceso Vázquez encontró convicciones para sí misma con respecto a la técnica que utilizó:
“el dibujo es un lenguaje muy rico (…) ofrece cualidades únicas que otros medios no pueden ofrecer”.