Por Marcelo Adrián Sánchez
Si para algo debe servir el arte, en cualquiera de sus diversas expresiones, es para impulsar y estimular la imaginación y la participación del espectador. De manera que sea parte necesaria e insustituible para la resignificación y generación de sentido, e integre de manera activa la dinámica que se genera entre él y la expresión artística. Sin lugar a dudas esta es la mayor virtud de
Los cuervos no se peinan. Pieza teatral que, con una dramaturgia alegórica, divertida y profunda, aunque por momentos redundante, se sostiene principalmente en una puesta minimalista y austera, y en el trabajo comprometido e intenso de la dupla actoral.
Diego Montero, director de la obra, elige una escenografía despojada y mínima. Sin límites espaciales más que los que determina el propio escenario y la imaginación del público. Con apenas una especie de banca de plaza de madera como único elemento escenográfico dinámico, que hace las veces de banca, cama, ventana y hasta un árbol.
La dupla actoral está integrada por la actriz Diana Becerril y el actor Daryl Guadarrama. Ambos se mueven por la escena en una especie de coreografía musical sincronizada a lo largo de toda la obra. Si bien sus actuaciones son por momentos desparejas en cuanto a intensidad y credibilidad, ambos logran que el ensamble entre todos los personajes del texto (que ellos mismos componen), el paso del tiempo y el “cambio” de espacios sea dinámico, creíble y disparador constante de la imaginación del público.
Sin más elementos que los que componen su vestuario, los actores pasan de un personaje a otro valiéndose apenas de algún elemento del vestuario que cambian de lugar o resignifican. Su mirada y la imaginación del público son los que construyen los espacios por donde se desarrolla la historia.
Una obra para toda la familia que permite reflexionar sobre temas como la soledad, la libertad y la discriminación. Donde la imaginación y el humor van de la mano de comienzo a fin. En tiempos donde todo está dicho, mostrado y explicado, es reconfortante encontrarse con una obra donde menos es mucho más.
Los residentes y visitantes a la Ciudad de México, todavía tienen oportunidad de mirar esta obra, cuya próxima función será el domingo 29 de octubre en el Auditorio de la maravillosa Biblioteca Vasconcelos a las 13 horas. Será con entrada libre y el recinto se ubica en Eje 1 Norte Mosqueta S/N, Buenavista, 06350 Cuauhtemoc.