La institución “nunca ha sido para el pueblo”: Norma Silva
Ulises Fonseca
Para la académica Norma Silva Gómez, las instituciones y/o secretarías de cultura ya son obsoletas, tienen una función que responde a intereses económicos, políticos y/o ideológicos y no para lograr la transformación social.
En efecto, Norma Silva Gómez, quien es arqueóloga, historiadora del arte y filósofa, expuso que las instancias de cultura ya carecen de impacto social para la transformación, “es decir, la institución nunca ha sido para el pueblo, siempre ha sido un dispositivo del estado empleado, no solo para distribuir y organizar presupuestos, sino también administrar la cultura, lo cual también tiene una función política”.
Para aclarar esto último, Silva Gómez expuso que esa dimensión política puede verse por ejemplo, “en que rubros se apoyan más y cómo se distribuye la riqueza, es decir, la idea de lo que es cultura se transforma de acuerdo al periodo ideológico, toda institución funciona pero desde el lugar más demagógico y no como un lugar de transformación”.
Pero este funcionamiento es parte de la naturaleza de la propia institución, por tanto, si lo que se busca desde el trabajo cultural es incidir en el cambio social “sería necesario caminar dentro de otras áreas, es decir, hay proyectos de gestión que se separan de la institución y que han crecido al margen, que están a contraflujo, entienden los vicios y carencias dejadas por las instituciones”.
De hecho, la académica enfatiza el carácter demagógico de las instituciones, tanto de cultura como de otros rubros, “que responden a un modelo económico y político más que a la necesidad de encuentro con la gente, eso lo vemos en la forma en que se otorgan los presupuestos, en la forma en que hay una distribución diferencial por estados pero sin entender los problemas más íntimos de cada comunidad”.
A lo anterior se añade el hecho, dijo “para muchos de los programas pocas veces consultan especialistas y, hay otra cuestión, pese a que soy académica, desafortunadamente los académicos nos quedamos en un campo muy limitado (…) el problema no solo es de estructura política sino de desconocimiento, para ello hay un trabajo muy grande que desde la gestión cultural se podría hacer”.
Entonces, agregó “la cultura se ha vuelto un paliativo pero en realidad debilitan el poder tan importante que puede tener la cultura, que se queda como una mera demagogia transformada en el otorgamiento de presupuestos para que digan cosas como ‘dimos muchos talleres y no sé porque no cambió la situación’, es paradójico, pues la institución funciona, pero la cuestión es que la institución esta caduca desde hace mucho”.