Ulises Fonseca Madrigal
Un
homenaje a Lewis Carroll y en particular a la obra más conocida de éste, “Alicia en el país de las maravillas” es como podría considerarse a
“Veneno de abeja”, un
libro escrito por Alfredo Núñez Lanz e ilustrado por Ricardo Velmor cuya temática central, de acuerdo al propio autor, “es el miedo y lo que implica para los niños manejarlo” así como el concepto de identidad. El libro
puede encontrarse en Cafebrería El Traspatio.
En efecto, el escritor y editor mencionó que
este libro refiere la historia de un niño de 10 años que es muy tímido, no gusta de hacer deporte en la escuela y todo el tiempo se siente inseguro, por tanto, como dijo el propio autor
“es un personaje miedoso, con muchos complejos, tiene problemas de adaptación”.
Este personaje
tiene la suerte de que un día aparece una libélula en busca de ayuda, “él la ingiere y a partir de ahí la libélula se convierte en una especie de consciencia indirecta, que le ayuda al niño para que él actúe contra sus propios miedos, pero sin hacer las cosas por él (…) a partir de ahí,
hay una aventura fantástica que se desarrolla en el mundo de los insectos”.
Si bien
este argumento fantástico no tiene el ánimo abierto de ser aleccionador o moralizador, el autor mencionó que los lectores podrían ver como un mensaje implícito que el personaje adquiera confianza en sí mismo; eso sí,
en el libro hay un tópico de especial relevancia para Núñez Lanz, el cual consiste en la lucha por la identidad: “me importa mucho ese tema como escritor, la construcción de la identidad y cómo podemos trabajar en ella constantemente”.
A propósito de la identidad, de reflexionar los modos en que esta cambia o se transforma, Núñez Lanz refirió que
el personaje principal tiene elementos de él mismo, si bien, dijo que más allá de buscar una auto-reconciliación
, “busqué mirar el niño que fui con respecto al adulto que soy ahora, esta también era otra intención, recordarme la forma en que fui de niño y hablar de esa experiencia”.
La prueba de fuego
“Veneno de abeja” es un
libro dirigido a los niños, unos lectores que no conocen de complacencias y son brutalmente honestos, entonces
¿cómo saber si lo que se ha escrito para ellos resulta de su agrado?.
Núñez Lanz dice haber encontrado un método sencillo y directo
“siempre se lo doy a leer a alguien de la edad, si les gusta sigo trabajando en la historia, normalmente escribo poco para niños debido a que me representa un reto importante”.
Ese reto se encuentra en hablar de un modo que no sea ñoño o soso, o como dijo mejor el propio Núñes Lanz:
“entender que cualquier clase de tema puede tratarse con los niños, no hay que subestimarlos ni como lectores ni como seres pensantes que son, ellos tienen una imaginación plena y por tanto sus capacidades cognitivas están más activas que las nuestras”.
Recordar a Alicia
Como el escritor expresó,
la génesis de “Veneno de abeja” pudo lograrse luego de leer a Lewis Carroll, en particular “Alicia en el país de las maravillas”, obra que de acuerdo a Núñez Lanz “es un texto críptico en ciertos aspectos, es muy juguetón, muy críptico y creo que también hay muchos simbolismos muy oscuros”.
También había otro elemento en dicho libro, que tuvo un particular atractivo para Núñez Lanz, referente a la plasticidad del lenguaje:
“me gustaba mucho en la forma en que jugaba con las palabras, entonces me dije a mí mismo ‘¿por qué no tratar de jugar en español con las palabras, los sentidos, los aparentes absurdos?’, por eso me propuse hacer el libro”.
Por todo lo anterior, Núñez Lanz admitió que este
“es mi muy pequeño y humilde homenaje a Lewis Carroll”. Además de estar en físico dentro del Traspatio, también es posible adquirir el libro de manera digital mediante la página de la editorial Textofilia (
https://www.textofilia.mx/infantil-y-juvenil).