Ulises Fonseca
A pesar del abandono del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) y de la burocracia estatal cuyo aparato eterniza la entrega de recursos –aunque sí son rápidos en el cobro de impuestos- es que el equipo conformado entre Susie Q, Luciérnaga Teatro, actores, coreógrafos, escenógrafos e iluminadores logró sacar avante la temporada de la obra “Femininjas”.
Dicha temporada culminó este martes en el Teatro Ocampo, luego de ofrecer 40 representaciones en los municipios michoacanos de Zamora, Tingambato, Uruapan, Pátzcuaro y Morelia. Esto se debe a que la obra en cuestión fue “beneficiada” por el Programa Nacional de Teatro Escolar 2019-2020, al cual convoca el INBAL y que opera a nivel estatal la Secretaría de Cultura de Michoacán (SECUM).
El hecho de que se ponga en entredicho la cuestión del beneficio desde la institución federal se debe a la tardanza con que el INBAL dispersó a los estados el recurso estipulado, problemática que el mismo gremio hizo saber a través de una carta abierta (consultable en: https://redlab.mx/noticias/entrada/solicitan-solucion-para-el-programa-nacional-de-teatro-escolar). Eso sí, en este punto cabe señalar la diligencia del secretario técnico de la Secretaría de Cultura estatal (Secum), Francisco Ramírez Flores, quien ha contribuido a destrabar el proceso de pago para los teatreros locales.
Ahora, frente a lo anterior surge la pregunta, ¿no es irónico que el estado mexicano pretenda disminuir las violencias que atraviesan al país, al mismo tiempo en que ejerce violencia institucional principalmente desde el ámbito económico?, ¿no es incluso incongruente?
Feministas sí, feminazis no
Ahora, respecto a la obra, es posible comentar que se trata de una propuesta casi didáctica por varias razones: está dirigida al público de secundarianos y preparatorianos, los personajes se mueven en buena parte de la historia en el ámbito escolar –con todo y uniformes, exposiciones y fragmentos de una clase-, además de que la autora, Verónica Villicaña, aprovecha la existencia de una maestra y una alumna curiosa para lanzar breves explicaciones de lo que es el feminismo.
Para dejar más claro lo anterior, Villicaña y el equipo insertan un fragmento de exposición sobre la Segunda Guerra Mundial, un recurso con el que, mediante audiovisuales e interpretación, se alude a los nazis, la participación de las mujeres en la reconstrucción –un vídeo de fondo hace énfasis en esto- y la inexistencia de las feminazis -si bien no se puede negar la existencia de múltiples corrientes del feminismo, entre las que están los grupos radicales, con quienes la escritora canadiense Margaret Atwood no ha temido en tener debates rudos; pero eso ya es harina de otro costal-.
El mensaje es claro, el feminismo busca mejores condiciones de vida para las mujeres, mediante una historia e interpretaciones que, a juzgar por las reacciones de los adolescentes presentes en el Ocampo, logra conectar con el público meta.
Por supuesto, se trata de una aproximación sencilla al tema del feminismo (concepto que por su amplitud y múltiples matices ya es utilizado en plural) y la violencia de género.
Créditos
En el reparto se cuenta a Sofía Herrera Sánchez como Lucía, Verónica Reyes González como Alma y la maestra, Selina Barreras Maciel como Lorena, Luis Enrique Betanzo como Adriel y Víctor R. Vieyra como El Hiena y Profesor Trini.
La dramaturgia fue hecha por Verónica Villicaña, la
dirección corrió a cargo de Everth Yamil García Islas (quien realizó también el
vídeo y la multimedia), producción de Susie Q, escenografía de Alejandro
Rangel, la iluminación fue realizada por Yoruba Romero, música de Vicente Dante
Velázquez Ortega, coreografía de Hugo Ortiz, asesoría para combate escénico por
Alejandro Solís, mientras que Mauricio Pimentel ofreció asesoría general.