Ulises Fonseca
“Él es Maurizio, alguien que antes por tener barba era feo y ahora es guapo”, con esas palabras fue que el
Ratón Marcelo abrió el Open Mic: un desfile de cinco jóvenes que tuvieron el valor suficiente para colocarse frente al público a compartir un monólogo.
Para despejar dudas, resulta posible decir que el
Open Mic fue un evento realizado la noche del jueves en el Café del olmo, en el que participaron los integrantes del taller de stand up que ofrece mes con mes Susie Q (reservamos el nombre “real” por petición de la propia actriz), la mujer que da vida a Marcelo, el ácido roedor argentino y anfitrión de la noche.
Entonces,
la presentación de los nuevos estandoperos fue como una graduación y examen, donde el evaluador fue el público, ese ente que puede ser cruel, indiferente o generoso, como bien lo experimentaron los cinco participantes.
Aquí vienen las preguntas de siempre: para ser un buen comediante ¿hay talento innato?, ¿es cuestión de práctica?, ¿o es ambas?, para algunos resulta claro que es cuestión de práctica, como bien dijo una señora asistente al ver una de las presentaciones: “le falta práctica, no se le entiende muy bien lo que dice”.
Quizá también hay que considerar un enemigo clave:
el nervio, un demonio que se comió a los dos primeros participantes, aunque este adversario de los intérpretes se disipó con las tres estandoperos restantes, lo cual fue notorio, pues la gente reunida pasó de estar más interesada en la conversación de sus conocidos a prestar más atención.
Aunque es probable que el alcohol haya hecho olvidar sus tensiones iniciales: es posible imaginar al espectador recién llegado que piensa
“¿a poco me van a hacer reír esos mocosos?” cambiado luego de tres cebadas por un “ah, ya estamos en ambiente”.
De hecho,
poco a poco fueron soltándose las risas, desde las más graves hasta aquellas ridículamente agudas, incluso una señora muy madura, sentada en la parte más alejada del escenario, esbozó una ligera sonrisa. Por supuesto,
también hubo quienes no soltaron en toda la noche su jeta de orco malhumorado.
Así, entre el ir y venir de las bebidas, botanas y comidas acarreadas por estoicos meseros, los cinco participantes que se estrenaron sobre el escenario fueron
Maurizio Salvattore, Daniella, Servando, Monty y Javis, quienes hablaron sobre cosas tan diferentes como: las confusiones que genera el tener un nombre extranjero, las crisis existenciales al dejar y volver a la escuela varias veces, las aspiraciones absurdas, los predicamentos de enseñar francés y las complicaciones de una relación de pareja co-dependiente. Luego de todo esto, tocó turno al roedor para dar su show,
“Marcelo para principiantes”.
Luego de todo esto llegó el final, que fue feliz sino agridulce, ya que los asistentes evidenciaron esa costumbre tan moreliana de no apoyar: varios abandonaron el lugar sin dar cooperación, a pesar de que ésta era voluntaria (osea, desde unos ridículos 20 pesos). Entonces, aunque a primera vista la noche fue un éxito para estos intérpretes del escenario, en el fondo dejó entrever la piedrota que aún les queda por picar.