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A DÓNDE IRÁ TEMPRANO SERGIO LOO

A DÓNDE IRÁ TEMPRANO SERGIO LOO
2019-10-28 20:10:23 RedLab Literatura

por Emmanuelle Brío

Sergio Loo, según recuerda Saúl Ordoñez, recurría al término ‘rikimartinización’, cuando hablaba de la invisibilización a la que nos van orillando las sociedades. Es incómodo el homosexual que se hace notar y es un poco aceptable el que se adapta a las normas establecidas, renuncia a la estridencia, se comporta heteronormadamente y guarda sus expresiones, cuales sean, para la intimidad de su casa.

Vamos, socialmente es mejor aceptado el homosexual discreto que la jota obvia. Sé lo que quieras, pero en tu casa, donde nadie te vea, exige el pueblo. Se pregunta Saúl Ordoñez, quién elegiría nacer homosexual en una sociedad homófoba, y es que pese a los muchos avances en cuestión de leyes y en las comunidades intelectuales, la realidad es que en México siguen existiendo, terapias de reconversión, aún no existe una prohibición legal que impida estas prácticas que atentan contra la dignidad humana pese que el artículo 1 de la constitución mexicana reza: ‘Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular y menoscabar los derechos y libertades de las personas’.

Recordemos que México ocupa el segundo lugar en crímenes por homofobia, que entre 1995 y 2015, años en los que vivió Sergio Loo, se cometieron 1310 asesinatos por odio homofóbico, y que la esperanza de vida de la comunidad transexual es de escasos 35 años. A esta violencia contribuye la ridiculización que hacen los medios de comunicación  de la comunidad gay y el lenguaje que normaliza las agresiones a los homosexuales “no seas puto”, “pinche marica”, como si la condición homosexual nos convirtiera en inferiores.

Hannah Arendt escribe: “¿cómo es posible vivir en el mundo, amar al prójimo, si el prójimo –o incluso tú mismo- no acepta quien eres?”. Y regreso a la pregunta de Ordoñez, ¿quién elegiría nacer homosexual en una sociedad que derrama litros y litros de nuestra sangre? Seergio Loo vivió con orgullo su identidad homosexual y lo plasmó en su poesía. Claro está que lo anteceden grandes poetas mexicanos, como el mismísimo, y a mí parecer el más grande poeta del siglo XX, Xavier Villaurrutia que habló, libremente, dueño del lenguaje de los ángeles homosexuales en los elevadores:

 

‘En sus cuerpos desnudos hay huellas celestiales;
signos, estrellas y letras azules.
Se dejan caer en las camas, se hunden en las almohadas
que los hacen pensar todavía un momento en las nubes.
Pero cierran los ojos para entregarse mejor a los goces de su encarnación misteriosa,
y, cuando duermen, sueñan no con los ángeles sino con los mortales’.


Y continuando con Xavier Villaurrutia, recuerdo la ocasión en que Pedro Salinas desdeñó la poesía de Sor Juana y la consideró una poeta inferior. Villaurrutia muy valientemente le dijo a Salinas que sería muy buen poeta pero no sabía nada de poesía, citando las liras: ‘Amado, dueño mío’. Ya que para muestra del encanto poético, asegura Villaurrutia, basta un botón. Y para que nadie niegue la condición de poeta de Sergio Loo, aquí está una muestra de lo que escribe ante la muerte de su amado:

Como no estuve en tu hora y en la hora como

no estuve cuando péndulos tus pies colgaron

sobre el suelo tu cuerpo ensangrentado por el filo del rastrillo

que tú mismo inhalaste

con una bolsa en la cabeza

en mi cabeza

en mi cabeza se recrean en mi cabeza las más

las todas

las absolutamente todas las formas geométricas

aritméticas              posibilidades las

que Jesús no dijo               Jesús mintió

Me mintió y guardó para sí, sólo para sí

la versión verdadera, la moneda verosímil

la moneda, bolero de viaje y antiviaje la moneda

la real                        la verdadera

No las monedas multiplicadas falsedades

posibilidades

las todas las posibilidades que vienen cada noche

vienen a visitarme

las posibilidades criminales        sociales

estructurales

VIRALES Y RETROVIRALES           las

todas posibilidades que no encajan

que no embonan               y aun así

monedas de denominación falsa tocan mi puerta

Monedas

revoloteadoras monedas con una bolsa de plástico en la cabeza

desangrándose las monedas     cortándose las venas

las monedas posibilidades apócrifas que Jesús me dio a tragar

 

No                  esas no                     la de oro                   tu oro

la moneda dorada de tu adiós de oro

de tu despedida de oro                de tu beso de boca a boca

borracha de vino blanco de oro

tu boca bucólica alcohólica de Barco Ebrio de naufragios y versos de Rimbaud

Esa     la versión verdadera        la moneda que Jesús

            Boca ladrona

para sí           sólo para sí              guardó

 

¿A dónde irá temprano Sergio Loo? En el umbral ¿quién probará la mandarina de su cuerpo?, ¿qué labios devorará?, ¿a qué espalda podrá aferrarse?, ¿ha de llevar consigo huellas humanas que los espíritus puedan olfatear? ¿qué cabezas triturarán sus piernas de basalto? ¿dónde acomodará sus dudas y sus versos?

Angelina Muñiz-Huberman, escribió que todos los libros no existen sino hasta el momento en que el lector galopa entre las letras, ya que es él quien va creando el libro en su mente, como si el libro fuera algo incompleto, completemos los poemas de Sergio. Hannah Arendt pensaba que leer nos permite entrar en la mente de los escritores, entremos en la mente del poeta, descifremos el código de su pensamiento. Maria Zambrano en su estancia en Michoacán escribió que los libros son bombas que estallan en el momento menos esperado, hagamos estallar los libros de Sergio.

Cuando leemos a Sergio Loo, los cuerpos se levantan en todas direcciones, se erigen edificios en los ojos del lector, quién no ha estado recargado en la pared de un cuarto oscuro, con una cerveza en la mano un martes por la noche en la Condesa. Sergio es un poeta generoso, además de la descripción de sus paseos nocturnos, escribe:

 

‘En la alacena de mi cuerpo

siempre tengo algo

por si quieres

por si se te antoja

por si vienes de visita

o te quedas a dormir’.

 

Quién no quisiera contestarle al poeta con la delicadeza de los versos de Denisse Levertov:

 

Quise

Conocer cada una de tus vértebras,

los poros de tu piel,

el bello ensortijado de tu cuerpo’.

 

Me acuerdo de una tarde en que el michoacano Ernesto Reséndiz Okión, máxima autoridad de las letras jóvenes en el Imperio Gay, leyó en el colectivo UDIVERSIDAD, en la Facultad de Ingenieria de la UNAM en CDMX, algunos poemas de Sergio Loo, a quien hasta entonces no había leído, y por aquellos poemas, recuerdo que mi lectura inmediata fue El barco Ebrio de Rimbaud. Loo escribe:

 

“su boca húmeda repetidora de Barco Ebrio

mientras yo amarillo

me hundía

si roedores dorados

me dispersaba sobre su colchón”.

¿Quién no se ha dispersado entre las sábanas mientras la lengua de un poeta lo arrastra? Margo Glantz, en su homenaje a George Pérec y al artista homosexual, injustamente olvidado, Joe Brainard, recuerda que hay muchos placeres que podemos disfrutar en la cama, de los tantos placeres, para ella el de leer es el más exquisito. Hay poetas que pueden hablarnos al oído en nuestra habitación y poetas a los que al menos podemos leer en la cama, que no es menos divino.

Muchos artículos circulan explicando que no es bueno leer en la recámara y que una habitación sólo debería ser para dormir y descansar, lo cual no discuto, y sin embargo leo muchas noches antes de dormir; sé que muchos otros lo hacen, es un ritual: Permite a las palabras transitar en las habitaciones de nuestra mente, aquellas habitación que para Emily Dickinson superan la realidad. Desdoblemos la realidad de Sergio, dejemos a sus palabras doblar como campanas en el silencio de nuestra habitación, que crujan, que se tuerzan, que invadan nuestra vida como la noche y el sueño, juguemos con los versos del John Donne, ¿por quién doblan las campanas Sergio? Doblan por ti. Cuando cerremos los ojos para dormir después de la lectura galoparán las imágenes de la escritura en nuestra memoria y será más ameno el viaje a la mañana.

 

Un chiste sobre homosexuales, y homosexuales carentes de afecto, reza: ‘¿Qué lleva un homosexual a la segunda cita? El vestido de novia’. Sergio visita al médico del corazón y el médico le responde con sabiduría, escribe el poeta, a la Gustav Flaubert, un diagnóstico que podría haber sido escrito para Madame Bobary:

 

“El doctor de Blanco Salvaje no miente no         Se te ha detectado una sarta de vestidos de novia bailando en el velódromo de tu sistema circulatorio (…) Lo más conveniente           afirma        será tener listos los pañuelos del adiós”.

 

Andar entre los versos de Sergio Loo, es recorrer un bosque, en el que se puede y preferiblemente se debe andar a solas hasta encontrar un claro, un claro en el que se confunde la realidad y el sueño para dar paso a la belleza de sus palabras.

 

Emmanuelle Brío (Ciudad de México , 1984).

Ha tomado talleres de poesía con María Cruz, Jaime Augusto Shelley, Raquel Olvera, Pedro Pablo Martínez y Margarita Vázquez Días. Tomó talleres de cuento con Álvaro Soto, Miriam Laurini y Paloma de Lille. Actualmente radica en Morelia. Poemas suyos aparecen en las antologías Afuera : arca poética de la diversidad sexual, Estado de México, Diablura ediciones, 2016 y en El otro lado del silencio, Secretaria de Cultura, Ciudad de México, 2008. Escribió el texto 'Las habitaciones de Santiago', para el catálogo de pintura 'Las consecuencias' de Santiago Bucio (CONACULTA 2015). Ha publicado poemas en el diario impreso El Sol de Morelia y en las revistas digitales Heptagrama, Seis Mil 83 y La liebre de fuego y La mazorka. En 2010 obtuvo el Primer lugar del V Certamen Literario José Arrese, en la categoría Poesía y en 2011 Primer Premio de Poesía de la revista digital Heptagrama, Perú.




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