Ulises Fonseca
Surgida
en Apatzingán hace 6 años como una forma de responder de manera pacífica a la violencia -de ahí su nombre- es
que la “Feria del libro para la paz y la
esperanza” llegará por segunda ocasión a Morelia y ahora estará en el espacio
público: se realizará en la plaza Benito Juárez entre el 11 y el 20 de diciembre.
Como
señaló su impulsor, Uriel Ramírez
Hernández, en esta segunda edición habrá diez días de actividades que incluyen la
presentación de 11 libros, 2 funciones de cuentacuentos, 3 mesas de lectura con
temas de género, 1 encuentro de mujeres escritoras, homenaje a la poetiza
Concha Urquiza, música y talleres de poemantas -estas son la versión
pacífica de la narcomanta, es un acercamiento a la poesía y su propósito es que
también sea colocada en lugares como plazas, puentes y otras zonas públicas-.
Asimismo,
habrá de 35 a 40 expositores, que son librerías procedentes de Morelia,
Apatzingán, Oaxaca y la Ciudad de México (CDMX).
Libros para la paz
Como externó en su momento Uriel Ramírez
Hernández, la organización de la feria y las poemantas se derivan de una
asociación civil –también fundada por él- llamada Revolución cultural,
que tiene su sede en Apatzingán y que, como Ramírez Hernández relató, “es una
asociación que nació hace 22 años y ha hecho labor cultural y social en
Apatzingán, cuando vino la violencia extrema empezamos a hacer ferias de libro
y encuentros de poetas, de hecho el año pasado asistieron más de 15 mil
personas y participaron más de 500 ciudadanos”.
Dado
el éxito de la feria y los encuentros poéticos, fue que la asociación
decidió replicar la feria en otros municipios y comunidades: al día de hoy han
llegado a Buenavista, Parácuaro, Nueva Italia, Lombardía, Uruapan, Zamora, y
Morelia. En ésta última, la Feria del libro para la paz y la
esperanza tuvo su primera emisión en la Casa Natal de Morelos, en julio
pasado.
A
propósito de la itinerancia, Ramírez Hernández explicó la estrategia que han
seguido para replicar la feria: “vamos para que nos conozcan, para abrir las
puertas y la idea es que la gente local se vaya sumando, ya ahora quien
coordina la feria de Buenavista es una chava que es de allá, igual sucedió con
Parácuaro”.
Todo
esto es un trabajo surgido gracias a la voluntad de la sociedad civil, ya que
las instancias de gobierno han generado más obstáculos que apoyos, pues como
rememoró Ramírez Hernández “para la primer feria del libro en Apatzingán no
querían dar permiso, nos fuimos a leer poesía en el ayuntamiento como protesta,
llegaron los regidores y la prensa y fue de esa manera que sí dieron el
permiso; aunque antes dieron argumentos para negarlo, en realidad ¿qué
argumento puede ser válido para negar un evento cultural? (…) le
pediría al gobierno que le apueste a la cultura y al arte porque es una forma
de transformación, individual y social, estoy convencido de eso”.