Ulises Fonseca Madrigal
Tchaikovski, Rachmaninov y la catrina fueron los protagonistas del recital que ofreció este sábado la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes (OSA) en el teatro Morelos, concierto que cerró el Festival de Música de Morelia Miguel Bernal Jiménez (FMM).
Quizá los protagonistas anteriores resulten un poco contrastantes, pero como dijo en su momento el todavía director de la OSA, Román Revueltas, para el programa fueron elegidas obras que hiciera destacar a la orquesta como un grupo de “embajadores culturales” de Aguascalientes y que a la vez mostrara el virtuosismo de sus integrantes.
El ser embajadores culturales no es poco luego de atender lo dicho por el director de la OSA, quien definió ante los medios que la OSA: “somos, creo, la orquesta más productiva del país por la cantidad de conciertos que ofrecemos (…) tratamos de tener un repertorio muy variado y amplio, hacemos conciertos para atraer a los públicos pero también incursionamos mucho en la música del siglo XX, en las obras poco tocadas”.
Aunado a lo anterior, Revueltas destacó el sentido social de la OSA, pues afirmó que “cada año atendemos a más de 20 mil estudiantes en los conciertos didácticos, creo que no hay ninguna orquesta en México con un programa parecido de atención a los jóvenes para la promoción, difusión de la música de concierto y sobretodo su sensibilización”. Es posible seguir la OSA en el siguiente enlace de Facebook: https://www.facebook.com/OrquestaSinfonicadeAguascalientes/
El concierto final
Por lo anterior es que el concierto inició con “Danza de la catrina”, obra compuesta por el propio Román Revueltas, quien explicó que esta obra escrita “para celebrar el centenario de José Guadalupe Posada, el artista plástico más emblemático de Aguascalientes cuyo personaje, la catrina, es reconocida como uno de los símbolos de nuestra mexicanidad, por ello escribí esta obra en torno a la figura chocarrera de la calavera ataviada de mujer y hacer danzas con carácter fúnebre a la vez que jocoso”.
El concierto siguió como el romántico tardío Sergei Rachmaninov, del que fue interpretada la “Rapsodia sobre un tema de Paganini op 43”, obra constituida por variaciones que evolucionan “de una manera absolutamente maravillosa hasta convertirse en una cosa totalmente diferente”.
Para terminar se recurrió a la “Sinfonía no 4 op. 36”, obra de Piotr Ilich Tchaikovski, que en palabras de Revueltas, “es una obra muy inspirada, con grandes temas, ya que una de las cualidades de Tchaikovski es crear melodías de una manera casi inagotable que reflejan en toda su amplitud la esencia del romanticismo musical”.