Marco
von Borstel
Tzimol,
Chiapas, a 7 de mayo del 2024. En un sueño que tuve me
llegó el mensaje de que los gemelos mayas del Popol Vuh: Hunahpú e Ixbalanqué,
tras su combate contra los Dioses del Xibalba, se convirtieron en los ríos Usumacinta y Grijalva para darle vida a los
hombres y mujeres verdaderos, a los pueblos mayas que aún ahora pueblan estos
territorios. Estos afluentes nacen de las montañas de Guatemala y abrazan el
Estado de Chiapas para desembocar juntos en el Estado de Tabasco, en México,
nutriendo los pantanos y manglares y diluyéndose en el Golfo de México. Estos
territorios son una de las cunas más importantes de la cultura maya y hoy en
día todavía están presentes pueblos tsotsiles, tseltales, tojolabales, chol,
lacandones, chuj, zoques, mam, canjobalanos, mocho, chontales y muchos más, conviviendo
con diversas comunidades mestizas y criollas de todo el mundo, en una región
asolada por porblemas sociales, intereses corporativos y megaproyectos de
muerte, que pareciera quieren destruir su belleza y riqueza natural, así como
desaparecer todo vestigio de la dignidad y grandeza de los pueblos ancestrales.
En las
cuencas de estos ríos podemos encontrar los sitios sagrados de Tikal, Palenque,
Yaxchilán, Bonampak, Toniná, Piedras Negras, entre otros y muchos están en
riesgo. Estos gemelos también dan vida a la selva del Petén/Lacandona que es
uno de los pulmones más importantes del continente americano y una de las zonas
con mayor biodiversidad del mundo y que junto con los demás ecosistemas de la
región representan una de las posibilidades de mitigación del cambio climático,
que tanto está haciéndose presente en todo el planeta.
Como
si fuese un mito, el río Grijalva, (uno de los dos gemelos) ha sido desmembrado
por el mal llamado desarrollo, por los Dioses del lugar de los muertos; las
represas construidas en su cauce no le permiten fluir libremente, y pueblos,
tierras fértiles, historias y ecosistemas enteros, han sido inundados por los
embalses de esos proyectos de supuestas energías limpias, que son las presas
hidroeléctricas, que de limpios, tienen poco o realmente casi nada.
Acá residen los heroicos pueblos zapatistas, las admirables Abejas de Acteal y tantas comunidades y organizaciones que resisten al capitalismo depredador, a los malos gobiernos y a las bandas criminales; y ahora varias comunidades, movimientos, instituciones, investigadores y personas nos hemos unido de los dos lados de la frontera y de lugares más lejanos para construir una alianza, que nombramos como Rios Mayas, para imaginar y cosechar alternativas y no permitir que se hagan más presas en el Usumacinta, ni en toda la región; para frenar el uso de agrotóxicos y edificar un territorio de integración cultural, donde se valoren las expresiones ancestrales de los pueblos y las nuevas manifestaciones artísticas de los jóvenes; un espacio de paz, de alegría, de justicia y dignidad; un espacio donde demos cabida a nuevos mitos luminosos y no sólo protejamos la biodiversidad que aún existe, sino restauremos los ecosistemas que han sido tan cruelmente devastados.
Acá
esgrimimos la cultura como una arma revolucionaria de los pueblos, para generar
vida y plasmar sueños, de caminar enarbolando la esperanza y poder encontrarnos
con las otras y los otros, donde haya lugar para la diversidad, para los que no
piensan igual, para el respeto, para las
y los abuelos, pero en especial, para las nuevas generaciones que merecen un
horizonte de futuro, nadar en caudales limpios, alimentarse de comida sana y
caminar sin miedo por sus comunidades, ciudades y montañas; un mundo donde
quepan muchos mundos, como dicen los compas, que aún usan los pasamontañas.
Acá
pensamos en la agoroecología, las culturas comunitarias y las propuestas
imaginadas desde abajo, como respuesta ante lo depredador de la avaricia de los
poderosos. Así también la música, las danzas, los trajes tradicionales, los
idiomas originarios, el hiphop, la gráfica, el rescate y la innovación; todo el
arcoiris de flores que crecen alimentados por las aguas de estos ríos y sus
subcuencas, está lista para gritar: que vivan los gemelos en libertad, que
respiren y fluyan las aguas de los ríos, que el quetzal vuele libre
embelleciendo el cielo y que los venados, jaguares y armadillos habiten de
nuevo las selvas y los bosques, que se destierren el patriarcado, el
colonialismo y el capitalismo que nos mata.
Así,
con trabajo, unión, respeto y cultura derrotaremos a los dioses de Xibalba, a
las fuerzas del despojo, a los espíritus del mal que nos acechan, con amor,
ritmos y bailando hemos de limpiar las cuencas, derrumbar las presas que ya
existen, sembrando milpas de colores y esperanza que perdurarán por siete
generaciones más, haciéndonos merecedores de la herencia de los mayas, de los
observadores de los astros, de los mejores matemáticos, de los arquitectos de
los templos del tiempo, que se sabe contar aún, entre el caos de este tiempo
oscuro, de guerras, violencia desmedida y flagelo de utopías.
El otro día tuve un sueño y de pronto desperté, estoy en la cuenca San Vicente, un afluente del Grijalva, y me dí cuenta que el sueño tiene pies y manos y que juntos ya estamos tejiendo esta alianza y que habremos de vencer.