Redacción
México cuenta con políticas públicas
que garantizan el acceso a los libros y los escritores deben participar en
estos procesos, beneficiándose del aparato institucional, afirmó el doctor
Alejandro Higashi Díaz.
Al participar en la decimonovena
edición del Congreso Estudiantil de
Edición, Crítica, Investigación e Intervención Literaria (CEECIIL),
realizado en la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana
(UAM), afirmó que aunque pueden existir algunos vacíos en la política cultural
es necesario aprender a dialogar con las instituciones oficiales para
intervenir en la transformación del campo editorial.
El miembro de número de la Academia
Mexicana de la Lengua sostuvo que la
persona que pretenda dedicarse a escribir poesía u otro género literario “tiene
que conocer todo el sistema con el que contamos”, entenderlo y tener la
capacidad de jugarlo en su favor, ya que actualmente el mercado es muy rico y
estimulante, lo que significa que también presenta grandes desafíos.
De hecho, comentó que en muchas ocasiones el apoyo gubernamental ha sido fundamental para posicionarse en los circuitos de profesionalización, sortear las dificultades de producción y distribución y llegar a un mayor número de lectores.
Aunque todavía hay resistencia por
valerse de los estímulos, becas y programas de creación literaria, indicó que es
factible apoyarse en las instituciones y participar en proyectos editoriales
estratégicos y de fomento al ejercicio creativo.
Tal es el caso del Sistema Nacional
de Creadores de Arte del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA),
cuyo objetivo es fomentar la creación individual de artistas de excelencia, así
como contribuir a incrementar el patrimonio cultural de México.
“Estamos frente a un conjunto de
retos de la vida laboral, académica y creativa, y si nos cerramos no seremos
parte, por lo que sólo pueden generarse soluciones participando”, abundó el
profesor-investigador del Departamento de Filosofía de la Unidad Iztapalapa.
El dramaturgo Julio Trujillo
compartió su experiencia al trabajar como director editorial en la Dirección
General de Publicaciones de la Secretaría de Cultura y otras editoriales,
refiriendo los desafíos que se presentan desde la concepción hasta la
publicación de un libro.
Comentó que, si bien los escritores y editores independientes aspiran a llegar a todos los rincones, cumplir con ciertas lógicas del sector editorial y contar con el presupuesto y los medios de producción, no deben perder su autonomía ni caer en la censura.
Añadió que ahora más que nunca, la
crítica literaria abona a la reflexión sobre lo que pasa en ese ámbito, sea
dentro o fuera de los nichos institucionales, en el privado o público.
“No hay nada más saludable para el
canon que su redefinición constante, que existan críticos que vayan en contra
de él, que lo cuestionen, lo critiquen y en esa dinámica lo reformulen y lo
rediseñen”, apuntó.
En tal sentido, explicó que debe
existir un poco de disidencia en toda crítica, una acotación que nos dé algo
nuevo sobre una obra y que sea también creativa, para luchar a contracorriente
en momentos de coyuntura.
Los especialistas coincidieron en la necesidad de promover un diálogo entre escritores, editores e instituciones, así como en la importancia de tener sistemas colegiados y procesos que garanticen un acceso transparente a estos programas de creación y promoción literaria.
Foto: David
Iskander y Andrew Neel