Ulises Fonseca
La poesía
puede surgir en todo rincón, desde los lugares más comunes -como las plantas
bonitas-, hasta lo más sórdido y terrible de la existencia, como lo entiende
una tradición literaria en donde ahora se inscribe Jesús González Mendoza, joven
escritor michoacano ganador del Premio Iberoamericano de Poesía Joven Alejandro
Aura 2019 por el poemario Restos.
De hecho, el poemario será presentado
en la Ciudad de México (CDMX) este viernes 26 de marzo a las 19:00 horas, un
evento que ahora, gracias a la virtualidad, podrá ser visto no sólo por los
habitantes de la capital mexicana sino por todo aquella persona que se conecte
a las redes de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México: Fb/ Cultura
Ciudad de México, Tw e Instagram/ @CulturaCiudadMx
Poco antes de ello, el autor nos
concedió una entrevista sobre Restos,
misma que presentamos aquí.
El
poemario indaga en la muerte y la mira desde un punto de vista alejado de consideraciones
comunes, como el melodrama o el tabú, para acercarse en cambio desde una
perspectiva más bien melancólica, ¿cómo llegaste a esa postura estética?
Me alejo también de una perspectiva
morbosa, presente en mucha literatura y mucho cine donde lo que más se busca es
el efectismo, el impacto visual y no en reflexiones que ahonden en las raíces
culturales de la violencia.
(Mi postura) quizá sea más por las
afinidades literarias mías, una de las obras que leí en la secundaria y más me
recuerda como quiero escribir es La
metamorfosis de kafka, ahí me llama la atención en la forma de abordar el
tema, donde el hombre transformado en insecto no se preocupa tanto por su
condición sino por que debe ir a trabajar; esa forma irónica en que lo trata
Kafka es una influencia que me ha perseguido, es una forma de ver las cosas y
afrontarlas, con ironía.
Se trata de algo que ha perseguido a los escritores,
lo Kafkiano se ha visto en la literatura latinoamericana, por ejemplo en Rulfo
cuando habla de la muerte, de la violencia y también de la estructura colectiva
mexicana, la jerarquía patriarcal que tenemos en el país (…) en El huésped, de Amparo Dávila, el marido
lleva un ser extraño a casa y lo tiene ahí a pesar de que violenta a la mujer y
a la familia entera pero tiene que estar porque es mandato del marido, es una
crítica a las formas de violencia que se normalizan.
¿Se
busca hacer una crítica social a la violencia que anda campante en México?
No tanto que haya una búsqueda de hacer
una crítica social a la violencia, sino más bien despertar conciencia del valor
que tiene la producción escrita y también artística más allá del mismo autor,
porque los productos culturales se deben a cada generación más allá de un autor
mismos.
Entonces, se trata de reflexionar del
proceso cultural en que vivimos, el momento histórico y ser parte, testimonio
del mismo, pues si tratáramos de huir también se estaría falseando el sentido
histórico de la producción artística.
¿Cómo
fue el proceso de nacimiento/ creación del poemario?, ¿qué elementos lo
detonaron?
No hay un elemento que haya detonado la
escritura de un libro, porque este poemario es la recopilación de cinco años de
escritura, algunos textos de los más antiguos son de cuando tenía 19 años y los
últimos son de cuando ya tenía 24 años.
Fue recopilar la propia escritura y en
esa labor, que es independiente a veces de la propia escritura y gira en torno
a la curaduría de obra, es cuando ya me pongo a recopilar el poemario, a ver
las líneas conducentes y dismilitudes para poner los textos en ciertos polos,
del orden que se le da para generar cierta impresión. Armar el libro es una
tarea misma de lectura, una criba de la obra para ver lo que cabría en las
páginas de un libro.
En lo relacionado a la temática, en eso
sí había una intención de escribir en torno a esto desde hace mucho tiempo.
¿Habrá
una continuidad de líneas temáticas en tus siguientes producciones?
En los proyectos que tengo en mente
habrá continuidad, seguirá esta línea pero también espero poder explorar más
estilos, más géneros, más formatos dentro de la misma poesía. También me
gustaría ahondar más en un aliento de mayor prolongación, pero también me gusta
el sentido de lo fragmentario, que también creo es parte medular de mi propio
estilo.
¿Hay
un lector ideal?, de ser así ¿cómo sería este?
No creo que haya un lector ideal para
lo que escribo, no creo que mi escritura se reduzca a la academia por ejemplo,
o que se reduzca a solo un público juvenil, que de hecho no lo excluye pues me
han dicho que Restos ha sido leído
por adolescentes de 12 años y les ha gustado mucho, eso es algo que no me
esperaba.
Tampoco es que tuviera un lector en
mente, yo buscaba escribir un libro conforme a lo que yo creyera que debía ir
estéticamente, basado en ciertos referentes, en ciertas influencias pero sin
encasillarlo en un público específico.
¿Dónde
se puede conseguir ¿Restos”?
De momento en Morelia en la librería de Silla vacía
(calle Miguel Cabrera 88ª, centro de Morelia), hay muy pocos ejemplares aquí,
la mayoría está en la Secretaría de cultura de Ciudad de México, que es la
institución convocante del premio con el que se publicó el libro, es donde está
ahora por el momento.