Ulises Fonseca
“Pasa con mucha ciencia mexicana, que está a la par de la que se hace hoy día en Alemania, Italia, Dinamarca y también China”, esto pese a los continuos recortes que tradicionalmente realiza el gobierno federal al área, de acuerdo a lo externado por Leonardo López Luján, doctor en arqueología y director del proyecto Templo Mayor, adscrito al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
“En los últimos diez años hemos tenido reducciones muy sensibles, en personal, en insumos, en recursos y este último año ha sido el peor de todos, hacemos votos porque mejore debido a que estamos en un momento crítico para la ciencia en México; no es un fenómeno nuevo, ya tiene varios años, pero en los últimos tiempos se ha agravado”, añadió el investigador, quien visitó la capital michoacana para ofrecer una conferencia en la Universidad de Morelia (UdeM).
A la pregunta de si las reducciones se deben a una visión arcaica y anquilosada según la cual ciencia es sinónimo de gasto antes que inversión, López Luján refirió que si “es una visión que hemos sufrido en los últimos diez años, en que la ciencia se considera que no es importante para el desarrollo del país aunque todos sabemos que se trata de algo indispensable, la recomendación de las Naciones Unidas es que un gobierno debe invertir un uno por ciento de su PIB en ciencia y tecnología pero México esta muy lejos de esa cifra, nos gustaría estar en los niveles de Europa pero la distancia es muy grande; un poco nuestro papel como científicos es concientizar a los políticos para que no vean esto como algo secundario”.
Colores antiguos
En la conferencia “Luz y color en el arte prehispánico: la escultura polícroma de Tenochtitlán”, ofrecida por el científico en el auditorio fundadores de la UdeM, expuso que en las civilizaciones antiguas “un elemento fundamental de la plástica es sin duda el color, desde el antiguo Egipto el cromatismo en la escultura ha jugado un papel fundamental y es un elemento que no se ha tomado muy en cuenta ni en la arqueología ni en la historia del arte”.
Lo anterior se debe, dijo, a una razón tan sencilla como que el color, con el paso de los siglos, desaparece o se vuelve pálido “entonces nuestra misión de arqueólogos, historiadores del arte y conservadores en el siglo XXI ha sido analizar los poros de las esculturas y los intersticios, para tratar de reconstruir el color de obras maestras de la antiguedad, se ha hecho tanto con egipcias como griegas, romanas, chinas y aquí en México lo hemos comenzado con el arte mexica”.
“Eso nos ha ayudado -agregó López Luján- no solo a reconstruir el color sino a ayudarle al espectador de la actualidad a que tenga las mismas sensasiones que tuvieron los creadores de estas esculturas, que vean como eran originalmente y puedan estudiar las connotaciones de las imágenes, dado que el color tiene todo un código simbólico implícito, entonces si reconstruimos el color podemos llegar a una mayor precisión sobre las creencias, la cosmovisión y la manera de ver el universo en estas civilizaciones antiguas”.
El investigador refirió que esta es una labor reciente: “en la ciencia los buenos proyectos son los que se cocinan a fuego lento y nosotros en esta labor entendemos que es una investigación a muy largo aliento que comenzamos en 1991, pero obviamente los más grandes avances los hemos tenido en años recientes debido a que la tecnología que tenemos en la actualidad nos ayuda a hacer muchas cosas, por ejemplo a generar reconstituciones cromáticas en tercera dimensión, a hacer réplicas en 3D para los museos, a entender la composición química y las características físicas de los pigmentos, también nos ayuda a saber la forma de restaurarlos”.
De hecho, una parte del fruto producido por esta labor ya ha sido expuesta al público, pues como dijo el investigador “tuvo su máxima expresión en dos exposiciones, una en Bellas Artes y otra en el Museo del Templo Mayor”.
