Ulises Fonseca Madrigal
Foto: Ramón Merino
“Las felicito, cuando las vi no supe con qué iban a salir pero estuvo muy bien”, fue lo que dijo un funcionario municipal de Pátzcuaro a algunas intérpretes de “Intervención Meditativa” en los minutos posteriores a la presentación de la pieza, una obra del Proyecto Girasoles Arte Escénico, que fue presentada este domingo en el corazón de la referida ciudad.
En efecto, el funcionario confesó tras bambalinas el temor que sentía al no saber que trabajo sería presentado y ciertamente, no era para menos, al considerar que se trataba de la pieza inaugural de la Muestra Estatal de Danza Contemporánea, misma que además habría de presentarse frente un nutrido conglomerado de visitantes.
Pero, muy a pesar de las dudas, la pieza logró conectar con los presentes, quienes pasaron de una expectación inicial por descubrir que espectáculo habría de entretenerlos, a un estado de abstracción que los llevó a la contemplación. ¿De qué va esta obra?, pues la “Intervención meditativa” es una pieza pensada para presentarse en la calle, con un sentido ritual, cuyo propósito es que los intérpretes generen estados introspectivos.
El director de la obra, Édgar Espinosa Avilés, lo expresa del siguiente modo: “son estados donde la conciencia de cada paso, de cada gesto, elemento y simbolismo, se vuelven meramente un pretexto para expresar emociones”. Asimismo, resulta posible mencionar que esta obra, más allá de ser una crítica a la vida actual, acelerada y llena de cosas superfluas, es una pieza que aboga por que las personas, tanto intérpretes como ejecutantes, recuperen la calma, busquen la reflexión y, de ser posible, la autoexploración.
Ahora bien, ¿exactamente qué fue lo que pudo verse en la plaza Vasco de Quiroga?, pues “Intervención meditativa” tuvo cuatro partes, todas con música en vivo interpretada por Otto Kani: una sección introductoria con Édgar Espinoza dando giros, seguida por una instalación formada por dos hilos amarillos, sostenidos en sus extremos por Celia Béjar, Yunuen Koan, Michelle Villaseñor y Alina Contreras de un modo tal que formaron una cruz.
Estas cuatro mujeres tomaron el hilo como conductor de un parsimonioso movimiento, que las hizo converger en el centro y amarrarlo con cuatro girasoles, mismo que de acuerdo a Espinosa Avilés, “simbolizan la búsqueda del sol que ilumine y desdibuje sus emociones”. En una tercera parte Celia Béjar, Michelle Villaseñor y Alina Contreras formaron un círculo en torno a los girasoles al tiempo en que hacían movimientos de arriba abajo con sus piernas, mientras Yunuen Koan y Espinosa Avilés se unieron a la interpretación musical de Otto Kani; de ese modo la obra llegó a su punto más alto, que fue cerrado con cese de la música y del movimiento.
Para finalizar, es posible señalar que esta obra, con su carácter ritual, invita a reflexionar cómo el ser humano necesita de ese encuentro con uno mismo, o como lo dijo mejor el propio Espinosa Avilés “de la necesidad de tener un despojo, para entonces poder seguir girando, andando y creciendo desde el centro del corazón”.