Morelia, Mich., a 26 de agosto de 2015. Con el rompimiento de una piedra, en lugar del tradicional corte de listón, el viernes pasado fue inaugurada la exposición “La Manda y Otros Llamados”, del artista plástico Prisciliano Jiménez Zarco (1978). La muestra está montada en la segunda planta del Museo de Arte Contemporáneo “Alfredo Zalce”, donde permanecerá hasta el 11 de octubre de este año.
La exposición de escultura y artes performáticas en video, responde a los acontecimientos de la naturaleza por medio de la acción humana. Estas ejecuciones secuenciales contenidas dentro de la exposición, iniciaron en el año 2006 en el marco del Festival de Arte de la Tierra, Volcán Paricutín.
En esta exposición es posible ver, a través de videos y fotografías, la manda que realiza el artista, al cargar un metate tallado en piedra, por diferentes lugares del mundo. Esta manda, por una parte, responde a un voto de fe que lleva al artista al autodescubrimiento; y por otra, al ser un metate, lo lleva directamente hacia una actividad personal e intransferible de los pueblos purépechas, conectándolo así con su origen.
La ruta que ha recorrido Prisciliano Jiménez, haciendo su manda va del Volcán Paricutín – Angahuan – Uruapan – Morelia – Ciudad de México – Madrid (España) – Vilagarcía de Arousa (España) – Santiago de Compostela (España) – y Kobe (Japón).
Acompañado de varias obras escultóricas realizadas por él mismo, Prisciliano Jiménez busca interrogar la personalidad de los pueblos purépechas, enfrentándolos con la globalización; y a la juventud con su destino. Los materiales que utiliza son la piedra, la tierra, la madera y otras fibras naturales.
El fin de esta exposición es conjuntar en un solo espacio la obra del artista y reconocer la variedad de formas en las cuales Prisciliano Jiménez aborda los conceptos de identidad, arraigo, cultura material, escultura, interculturalidad y globalización.
La obra de Prisciliano Jiménez invita a la reflexión acerca de los objetos de uso común, que han sido parte esencial en el tiempo, como sillas, huaraches o molcajetes, mueven a la contemplación en busca de una profundización de los mismos.