Ulises Fonseca Madrigal
Aunque pareciera que, por las condiciones socioeconómicas hay panorama desfavorable para la existencia de galerías,
José Manuel Buitrón Galindo y Juan Carlos Jiménez Abarca (coordinador y curador de Galería OMO), expresan que
las galerías todavía tienen vida y un futuro, la clave esta, eso sí, en saber dirigirlas y en dejar atrás ideas anquilosadas.
Al respecto, José Manuel Buitrón Galindo mencionó que en efecto
“todo el tiempo nacen y mueren galerías, pero se sigue vendiendo arte, aún hay artistas y producción (…) tampoco ha muerto la idea de ‘Gran Galería’, aún las hay grandes y consolidadas, quizá hay una polarización o centralización, pero ahí sigue”.
Esta es la perspectiva de una galería como un negocio viable, pero como añadió el curador Juan Carlos Jiménez Abarca, también hay galerías que negocian no solo con particulares, sino con museos, instituciones y coleccionistas, pero que además, dijo “están inmersos en la producción editorial, en la intervención de espacios, de la producción de actividades de la participación con comunidades, es decir,
la galería puede sostenerse como negocio pero también de una serie de cuestiones diversas”.
Por lo que respecta al escenario local, Buitrón Galindo consideró que en
Morelia existe la ventaja de ser un destino turístico: “en la ciudad hay manifestaciones que atraen ese turismo cultural, mientras que la ciudad tienen una producción impresionante y si hay oferta hay demanda, pero lo que ha faltado es una estructura que se enfoque al mercado potencial y específico” así como entender a la sociedad donde se incrustará la galería.
La cuestión anterior la ejemplificó Buitrón Galindo mediante el caso de OMO: “tuve que entender el bolsillo de mi cliente (…)
es fundamental entender el mercado al que vas, entender al público; además, si tienes a alguien que aprecia el arte pero no sabe distinguir técnicas pues empiezas por ahí, explicas, le das conocimiento al cliente y con eso capacidad de decirle ‘por eso cuesta así’, creo que eso es algo que ha fallado, por eso cierran y abren espacios”.
A lo anterior se sumó Jiménez Abarca para señalar que, si el interés está en lograr que una galería tenga sostenibilidad y continuidad “
tenemos que entender no sólo el interés de la audiencia, también lo que realmente interesa de la obra de un artista en particular, ahora, ¿qué debe interesar de un autor, su vida o trayectoria?, al menos desde la parte de la curaduría lo que interesa es encontrar como eso puede conectarse con la vida del público, que si alguien atento pueda encontrar una pieza que le interese, pueda quedársela y esa pieza tanga vida en el espacio particular del nuevo coleccionista”.
Por tanto, eso implica, dijo “seleccionar bien al artista, el enfoque que habrá sobre su trabajo “digamos que de alguna forma,
hemos tratado de descentrar cierta visión conservadora del galerismo y la promoción artística, muy presente en las instituciones culturales de la región, que es: el artista es el centro de todo el arte, que la obra es autónoma independientemente del criterio del público, que se debe subvencionar ya que no es rentable per se, y que hay una vida secreta de las obras que nosotros tenemos que entender pero tiene que ver fuera de nuestras vidas como público, son las premisas desde las que buscamos trabajar desde la diferencia”.
Entonces, cuestiones como la publicación económica, las carpetas gráficas, la selección de obra, la disponibilidad antes, durante y después de la exposición son elementos para llevar al público un catálogo con una estrategia de comunicación que trata de ser más efectiva cada vez, “eso no lo podemos hacer dos personas,
entonces la galería se plantea no como el ejercicio individual de quien tiene para promover un artista y que aspira a tener réditos, sino a plantear una especie de microeconomía que abarca más organizaciones donde el artista es figura relevante pero es una de las varias piezas”.
“Desde ese planteamiento (agregó Jiménez Abarca
) creemos que el galerismo y promoción cultural tiene un gran futuro y no tiene que ver con vender a quien tiene dinero para comprarse lo que quiera, tiene que ver más bien con aquel con capacidad de mantener ojos y oídos abiertos para encontrar algo que le guste y pueda atesorarlo”.
Sobre esta cuestión, Buitrón Galindo mencionó que a nivel local, “las galerías suelen ser vistas como un palomeo curricular, los espacios se abrían y cualquiera podía exponer sin que exista un ejercicio crítico de por medio, creo que
falta el profesionalismo artístico en el enfoque particular de la comercialización”.
Mercado nicho
En el caso de
Galería OMO, el coordinador y el curador informaron que se trata de un espacio que ya tenía su historia pero se encontraba inactivo, por lo que ellos decidieron retomarlo hace dos años.
Desde entonces, en su nueva etapa Galería OMO ha tenido 5 exposiciones, con personas como
Mizraím Cárdenas, Édgar Cano y, en lo próximo, Janitzio Rangel. Para quien desee conocer el trabajo del espacio, puede acceder a su página en Facebook/ OMO (
https://www.facebook.com/galeriaomo/?fref=ts).
“Al principio, (relató Buitrón Galindo) con Artemio Rodríguez fue pura gráfica, luego vino Ángel Pahuamba y hubo piezas únicas, que se vendieron, pero si logramos venderlas no fue nada más porque decidimos poner óleos sino que ya veníamos trabajando dos expos de gráfica, la gráfica es un escalón positivo para que la gente se acostumbre a la inversión en el arte, es decir, quienes compraron esa pieza ya eran clientes de la galería”.