Redacción
El
calendario que hoy nos rige tiene una
historia muy interesante, una parte de la cual es relatada aquí por medio
de la entrevista con el locutor y
productor de radio Daniel Monroy López, quien ofreció detalles sobre la
manera en que fue establecida la actual medición del tiempo.
Para
comenzar, el también publirrelacionista expuso como fue que inició la costumbre
de medir el tiempo: “el origen del calendario tiene sus principios más remotos,
según Federico Engels, con la creación
del concepto del tiempo: el hombre paleolítico observó los ciclos naturales y en las primeras comunidades constituidas la
mujer fue la que creó el referente para medir los tiempos, ya que en sus
periodos menstruales denotaba una regularidad que siempre era observada por el
resto de la comunidad, más aun por aquellos que constituyeron liderazgos y que
empezaron a relacionar estos periodos menstruales con la semanas y con los
ciclos lunares; esto dio origen a los
primeros calendarios de los que se tiene registro, realizados con runas, una
grafía que se ha descubierto de las primeras tribus de Escandinavia y del
centro de Europa”.
De
esta manera, los nómadas llevaron un registro que las sociedades sedentarias asociaron con los periodos de preparación de la tierra,
la siembra, su cuidado y las cosechas, una evolución que continúo con el
estudio de los astros y sus movimientos para interpretar y establecer ciclos,
cada vez más complejos conforme avanzaban las sociedades.
Ya
para el imperio Romano, mencionó Daniel Monroy “Julio Cesar como conquistador, estableció la regularidad del calendario
juliano, (alrededor del año 60 A. C), que fue el primero en considerar el año
bisiesto, le quitó un día al mes de febrero, para aumentarle uno al mes de
julio y Cesar Augusto afirmó más tarde que también tenía derecho a tener un mes:
agosto (mes de Augusto) tiene 31 días y de esta manera el mes de febrero se
quedó sin otro día y, ahora cada cuatro años recupera uno”.
Daniel
Monroy prosiguió su narración: “varios siglos después surgió el calendario
gregoriano, en el año de 1582 con el Papa Gregorio, la medición del tiempo se
ajustó a una predicción astronómica ‘más exacta’ con el sol y la luna, entonces
los meses fueron distribuidos para hacerlos coincidir con los signos del
zodiaco”.
En
esta historia es importante señalar que los desfases temporales debieron ser
resueltos, pues como dijo Daniel Monroy “se hicieron otros ajustes porque el
año bisiesto no tiene la duración precisa en que la tierra da vuelta alrededor
del sol, el calendario era un poquito más largo y esa descompensación dio
origen a un desfase evidente en la época del Renacimiento”.
Entonces,
añadió que “en la segunda mitad del siglo XVI, el Papa Gregorio borró con un
decreto los primeros 10 días del mes de octubre de 1582; pero como la iglesia
católica que regía en occidente no era totalmente atendida por Inglaterra ni
por los ortodoxos de Rusia y Grecia, ellos
no hicieron caso de ese decreto papal; fue hasta el siglo XVIII que el
calendario británico ajustó sus tiempos, pero con una modificación de 15 días,
mientras que los rusos hicieron, a principios del siglo XX, una modificación de
20 días para ajustarse al calendario grecorromano; tal es la suerte que ahora
el calendario gregoriano es el que se observa civilmente para todas las
naciones del orbe”.
Actualmente,
tenemos 6 meses con 31 días, que son
enero, marzo, mayo, julio, agosto,
octubre y diciembre, otros 5
tienen 30 días mientras que febrero 28, cantidad que se eleva cada 4 años a 29
días. Esto se debe a que el ciclo solar dura 365 días y 6 horas, por tanto,
conforme se acumulan estas horas es que surge un día completo cada 4 años.
Materia para la
vida
Para
finalizar, Daniel Monroy López compartió una reflexión en torno a lo que
implica el tiempo, en tanto que es materia prima de la vida y es necesario
aprovecharla de forma equilibrada: “ya
lo decía Heródoto, si tienes dos denarios con uno compra pan para el cuerpo y
con el otro lirios para el espíritu (…) nosotros como seres espirituales con
experiencia humana, tenemos que hacer de nuestra existencia algo grato,
libre, llena de mucha creatividad y amor
para encontrar una forma más sana de trascender el espíritu, en los
sentimientos y su expresión en las emociones, que afloramos en los cuerpos como
vehículos en este plano y contexto”.
Foto: Calwaen Liew,
desde Unsplash.