Ulises Fonseca
¿Es una buena medida prohibir la narco-música?, Luis Gabino Alzati Ruiz tiene clara la respuesta: no y de hecho cualquier medida de ese tipo lo que hará es incrementar su atractivo. Por el contrario,
propone indagar en los orígenes de esta expresión para conocer las razones por las que la narco música tiene tantos seguidores en el México de hoy.
Producto de esa propuesta es
"De sicarios y juglares. Reflexiones en torno al narcocorrido en México", un ensayo que fue presentado este fin de semana en el Centro Cultural Clavijero (CCC).
En dicho espacio, el autor refirió que este libro es parte de un proyecto que abarcará, además de la música, a expresiones culturales como el
cine, la literatura y las series de televisión, pues refirió que
un factor importante en la consolidación de la narcocultura es la industria del espectáculo, la cual ha obtenido un lucro muy jugoso a partir de esa explotación.
Ahora bien, en este punto es importante traer a colación lo dicho por el periodista Carlos Gutiérrez Márquez, quien aclaró que el libro busca a
portar un estudio desde una perspectiva cultural y sociológica, sin detenerse en las características formales o estéticas de la narco música.
Por tanto, más allá de señalar si es buena o mala música, el ensayo analiza el proceso en el que
el narcocorrido pasó de ser una subcultura a tener dimensiones similares a una cultura hegemónica, "la estética del narco llegó para quedarse como un discurso instalado en el imaginario de la gente”, mencionó Alzati Ruiz.
Tanto se quedó instalado que evolucionó hacia
el movimiento alterado, el cual, dijo,
“es una forma de hiperviolencia que es reflejo de la cultura de consumo, ostentación y machismo vandálico”, en suma,
“la normalización de la violencia como un mecanismo de poder”.
“Se ha creado el mercado, el narcotráfico es un tema taquillero, tiene mucha fuerza en nuestro país,
se está aceptando la narcocultura sin ser cuestionada y lo que yo quiero abonar con esta investigación es que haya una reflexión, es decir, sí existe narcocorrido, narcoseries y narcoliteratura, pero podemos asimilarlo y relacionarnos con ellas de manera crítica, tener la opción de adoptarla o no", señaló Alzati Ruiz.
Para desarrollar esta investigación, Alzati Ruiz expuso que, entre otras cosas, se dio a la tarea de escuchar “más de 500 narcocorridos, los seleccioné, categoricé, clasifiqué y lo que buscaba era poner el tema sobre la mesa, reflexionar en torno a la narcocultura y tener una convivencia más crítica, partiendo de un punto de vista más informado”.
"De sicarios y juglares. Reflexiones en torno al narcocorrido en México" es un libro que podrá encontrarse en librerías independientes como el Traspatio Cafebrería y la librería de la Universidad Michoacana.
Tomar acción
Frente al panorama, Alzati Ruiz mencionó que
no hay un contrapeso ante la narco cultura, por ello resulta necesario promover otras cosas:
“hace falta que exista mayor producción de contenidos educativos y culturales”.
Aquí es donde entra la responsabilidad de las instituciones, pues de acuerdo al autor, los tomadores de decisiones y las personas que se encargan de instrumentar políticas culturales necesitan asesorarse de expertos que conozcan de estos temas, “pues al implementar una política pública en tema cultural se tocan fibras muy sensibles que tienen que ver con la formación de niños, jóvenes y de los propios adultos (…) lo importante es informar y educar”.
Entonces, añadió, “
sí es importante que quienes están al frente de instituciones culturales tengan estos referentes, una aproximación e interés por conocer uno de los temas que han afectado mucho a nuestro país en los últimos cuarenta años”.