Ulises Fonseca Madrigal
“Había una vez”, palabras con que inician los cuentos clásicos que los del colectivo “Sombra en Movimiento” eligieron para nombrar el proyecto de intervenciones que hacen con música e historias en hospitales, fundamentalmente con niños.
“Vamos a las áreas donde están los niños en cama, también vamos a las de consulta general, las aulas de enseñanza que hay en hospitales, vamos a todas las áreas que nos sea posible”, mencionó al respecto Eduardo Mozqueda, cuenta cuentos, titiritero y director del colectivo “Sombra en Movimiento”.<
Mozqueda, quien se define a sí mismo como un “constructor de historias”, anotó que ese trabajo lo han realizado desde hace cuatro años en el Hospital Infantil y en el área de pediatría del Hospital Regional no 1 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), además de lugares como el albergue Nuestra Señora de la Esperanza y a la Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer (AMANC).
En esos lugares despliegan un trabajo realizado entre cuenta cuentos, promotores de lectura y músicos, quienes como dijo Mozqueda, voltean hacia un público “que es muy generoso porque en estas actividades uno recibe mucho más de lo que da; además hemos colaborado con compañeros de otros colectivos (entre los que esta Cronopio y el Centro de Música Activa) que han hecho aportaciones valiosas, eso falta mucho, el compartir entre colegas”.
A propósito de ese sentido de generosidad, el titiritero afirmó que otro de los objetivos reside en “hacer labor de conciencia social, difundir el impacto del arte en la salud física y emocional de la población (…) el arte no sólo sirve para ser cultos sino también para vivir y debería estar al alcance de todos”.
Regalar cuentos
La colecta literaria “Había una vez historias para soñar, historias para sanar” es una actividad que se deriva del proyecto “Había una vez” y que este año se realiza por cuarta ocasión, de hecho inició el 7 de noviembre y cerrará el siguiente 16 de diciembre, mientras que en las instalaciones de AMANC (calle Sor Juana Inés de la Cruz no 130, centro) es el centro de acopio.
Como relató Mozqueda, la idea de recolectar libros “surgió para enriquecer el acervo literario que tenían en la ludoteca de AMANC, donde había libros muy viejos o en inglés, entonces pensamos en invitar a la gente a aportar, sobretodo porque un niño que esta vulnerable y encerrado en un hospital o albergue, un libro puede ser una gran compañía”.
Ahora bien, dijo que “sí es importante que si se donan libros usados, no estén tan desgastados porque luego despiden polilla y eso puede ser nocivo para el niño; pedimos que pongan una pequeña dedicatoria porque si es un libro que alguien ya leyó la intención es compartir lo que ese libro provocó para que quien lo recibe contemple ese libro no sólo como un compendio de hojas”.
Además, para participar en la colecta existe la posibilidad de regalar cartas, poemas, dibujos y pinturas, “ha participado desde gente de preescolar hasta personas de la tercera edad, de todo México y otros países, de Estados Unidos, España e Italia”.
Incluso, Mosqueda refirió que gracias a las redes sociales, “desde la primer colecta se sumó un colectivo nacional de pintoras, nos donaron obra original en tamaño postal para darla a los niños y a sus papás”.
“La idea es que la colecta sea cada año, tiene que ser un hábito voltear hacia los otros”, mencionó Mozqueda, quien detalló que para hacer la entrega hay todo un proceso de selección pues “catalogamos lo que se recibe pues hay material que puede ser para niñas o niños, seleccionamos también por edades; una vez seleccionado el material diseñamos la logística de entrega cuidando siempre que el material que llevemos alcance y ningún niño se quede con ganas de recibir algo”. <