Ulises Fonseca
El doble discurso gubernamental en torno a la medicina indígena tradicional, que por una parte castiga el uso de plantas medicinales mientras que por otro permite a las farmacéuticas la explotación de éstas, así como la subordinación que todavía enfrentan los médicos tradicionales frente a los alópatas, fueron algunos temas tocados por el antropólogo Juan Gallardo Ruiz en la ponencia "Situación actual de la medicina tradicional en Michoacán y México".
Colocado junto a los representantes de la Secretaría de Salud estatal y del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el académico no dudó en contraponer con sus palabras a la versión oficial de esas instituciones, que habla de ampliación de servicios, de integración y colaboración, y para muestra un botón: “el 80 por ciento de las personas indígenas no tienen acceso a los servicios de salud” expuso.
La ponencia fue ofrecida dentro de una mesa de diálogo la mañana de este miércoles en el Centro Cultural Clavijero (CCC) y se trató de la actividad con que arrancó el 5º Encuentro de Medicina Indígena Tradicional, mismo que habrá de durar hasta el siguiente viernes 14 de octubre.
En ese espacio, Gallardo continúo su ponencia para afirmar que las políticas generadas para el Sistema Nacional de Salud se han basado en un enfoque que promueve la mercantilización más allá del bienestar comunitario, proceso donde además, añadió, “los pueblos nos son reconocidos ni consultados al momento de generar la legislación”.
Asimismo, el investigador describió que en nuestro país existe una caracterización legal de los modelos médicos de tipo vertical: en la parte inferior se ubica la medicina tradicional, rama cuyas herramientas son concebidas como "Recursos de salud" (plantas medicinales o remedios); por su parte, la medicina alópata esta en el puesto superior y su funcionamiento se basa en "sistemas de salud" (fármacos industriales o medicamentos).
Por lo que toca a la situación actual en la que coexisten ambos modelos médicos, Gallardo Ruiz identificó dos aspectos:
Los negativos: subordinación, des-capacitación, comercialización de las plantas medicinales, conflictos; mientras que en lo positivo se encuentra la aparición de nuevas generaciones de médicos tradicionales, enriquecimiento de los conocimientos sobre el origen de las enfermedades y el perfeccionamiento de técnicas farmacéuticas de preparación de plantas.