Centros culturales deben ser lugares de integración comunitaria
Ulises Fonseca Madrigal
Para el promotor Benjamín González Pérez, el modelo de Casas de Cultura que hay en nuestro país no sólo ha tenido magros resultados, sino que incluso "es urgente replantearlo". Este fue sólo uno de los puntos que tocó la noche del sábado en la Casa de Artes y Oficios de Santa María, lugar donde ofreció la conferencia "Gestión de espacios culturales para el desarrollo comunitario".
En dicho espacio, además de hacer una crítica a las deficientes políticas que tiene en su generalidad el estado mexicano para la materia cultural, González Pérez también expuso una serie de propuestas dirigidas a la sociedad civil interesada en levantar proyectos culturales de incidencia social.
Entre las propuestas que dio el promotor a los presentes, está la recomendación de recuperar espacios abandonados como son galerones, bodegas, centrales de autobuses o mercados.
De manera posterior, expuso que la oferta cultural que se ofrecerá “es el alma, lo que da sentido y demuestra hacia donde se va el proyecto”, además de que no debe perderse de vista que un factor clave dentro de un espacio cultural comunitario es el facilitar artes y oficios que le permita a la gente expresar sus preocupaciones, anhelos y sueños.
El promotor hizo énfasis en este punto, al señalar que los espacios culturales deben empoderar a sus usuarios, no sólo ser un lugar de consumo, sino de identificación y organización social. Para decirlo de otro modo, si se busca hacer al centro cultural un punto de cohesión social, debe ser un lugar donde sea posible la participación para todos los actores sociales, para el encuentro y solución de problemas, es decir, no estar al margen de las problemáticas que hay en las calles.
Cuando se logre esto y la comunidad se apropie del espacio cultural, el proyecto podrá consolidarse y tener dinámicas de apoyo mutuo, pues como añadió González Pérez, "debemos traer trabajo, solidaridad e intercambio".
Ahora bien, el promotor agregó que los localismos recalcitrantes pueden ser perjudiciales, por tanto resulta enriquecedor entablar diálogo y colaboraciones con otras personas y ámbitos, es decir, “no estar ensimismado de que solo lo local es bueno, también es necesario mirar a lo universal (…) no reducirnos en nuestra trinchera".
Esto se relaciona mucho con el sentido que tiene el difundir, promover y gozar lo cultural, pues de acuerdo a González Pérez, “se requiere cultura para entender la complejidad del mundo, para lograr empatía con las causas ajenas, negociar las diferencias y encontrar las semejanzas”.
Todo lo anterior vendría a funcionar de modo opuesto a la forma en que operan las Casas de cultura, centros que por lo general tienen una oferta se regida por actividades de mero entretenimiento, además de que esos lugares carecen de políticas integradoras, es decir, no son espacios de conversación ni toma de decisión comunitarias.
Por otra parte, González Pérez mencionó que en los centros culturales de barrio, la política de gratuidad tiene su razón de ser en el hecho de que es la única manera de acercar cosas que se le han sido negadas a mucha gente.
Por tanto, no se puede llegar desde una lógica comercial, debido a que de esa forma ya se estaría excluyendo a algunas personas, pero ojo, dijo que esto no implica promocionar una forma de socialismo ramplón: "que pague quien pueda (...) que aquel que no pueda no sea excluido y que aquel con dinero sí pague".