por Emmanuelle Brío
Rueda la tierra en su
destino
(de glaciares vueltos
agua, vueltos nada),
aferrado a la mano del
hombre,
quién desayuna, come y
aniquila.
Cuando se besen cuerpo y
piso
estrellará la esfera de
cristal;
fragmentos darán
testimonio
de las manos que arrojaron la esfera.
Foto: Sylas Boesten / Unsplash