Verónica
Lucio Berrocal
Fotografías
cortesía de la obra “Ayólotl: corazón de agua”
Ciudad
de México, a 18 de mayo de 2024. Desde el pasado 4 de mayo, el Teatro
del Pueblo se ha convertido en el escenario donde cada fin de semana se presenta
“Ayólotl: corazón de agua”, una producción teatral de títeres para jóvenes
audiencias de la compañía Astillero Teatro, que invita a realizar una reflexión
desde las artes escénicas, y a partir de la ciencia, sobre la situación del
ajolote mexicano.
Para
conocer más sobre esta puesta en escena nos reunimos con su dramaturgo y
director Oswaldo Valdovinos, quien nos contó más sobre cómo surgió esta
propuesta de teatro documental que pone en el centro de la trama el peligro que
corren los ajolotes ante el daño de su entorno natural.
“Esto
(la obra) es una colaboración con el Instituto Politécnico Nacional y con una
cooperativa que se llama Chinampayolo. El Politécnico quería, bueno, tuvo un
proyecto que se llama Vocaciones Científicas, el cual consistía en cuatro
actividades, una obra de teatro, un concierto, un libro y unas jornadas.
A
nosotros nos encargó la elaboración de la obra y, entonces, nosotros acudimos
con gente de esta cooperativa de Chinampayolo para recabar información, además
de obtener información también de bibliografía especializada, de entrevistas y
testimonios. Hicimos un poco del uso de la técnica del teatro documenta para crearlal”.
Este proceso
de investigación y su adaptación al teatro marcó un objetivo claro de fomentar
el cuidado del patrimonio biocultural, así como la conservación y uso
sustentable de la biodiversidad de la zona chinampera de Xochimilco. Por ello,
era necesario mostrar las problemáticas reales de este problema más que mostrar
datos duros, al respecto Oswaldo Valdovinos comentó:
“Uno
de los aspectos que consideramos desde el principio fue, precisamente, no dar
datos duros, no dar numerales, sino exponer las problemáticas que todavía son
vigentes, pero que llevan mucho tiempo. Y entonces lo que hacemos es una
exposición de estas causas, bueno, de estas problemáticas, más bien. Y las
reflejamos en escena a través de acciones, pero también cómo repercuten todas
en las especies, que en este caso nos decidimos por el ajolote.
Todas
esas problemáticas se ven reflejadas en el hábitat y en la vida cotidiana de
los ajolotes. Fue cómo lo hicimos, mencionamos cuáles son esos problemas, pero
más que mencionarlos, los vemos. Es decir, vemos esta disecación de ciertas
partes de las chinampas por maquinaria pesada para dar paso a asentamientos
irregulares y también, como el turismo nocivo afecta a estas especies, entonces,
más que presentar datos, hicimos una traducción a acciones”.
Si bien, mostrar estas
realidades en los hábitats de los ajolotes puede parecer desalentador, la obra
plantea que existe esperanza de que esto cambie a partir de desarrollar soluciones
a estas problemáticas, un trabajo que es de todas y todos, pero sabe dejar en
claro que no son soluciones mágicas o extraordinarias, más bien son algo de
largo plazo.
“Lo que nosotros
presentamos en escena incluso podría parecer catastrófico, porque vamos haciendo
una secuencia de cuáles han sido los problemas, cómo repercuten en ellos y al
final parece que no hay una solución. Nosotros estamos claros que no hay soluciones
fáciles ni rápidas, mucho menos mágicas, sino que es un proceso que tiene que
ver no solamente de quienes viven en Xochimilco, no solamente las autoridades
gubernamentales, sino es un trabajo en conjunto, lo cual incluye el turismo que
va Xochimilco.
La parte esperanzadora, vamos a ponerlo así, corre a cargo de la niña protagonista, Xóchitl, ella es quien empieza a tomar iniciativas que, aunque son pequeñas, como empezar a limpiar su casa para que la basura no se vaya a los canales, Es una de las alternativas que nosotros ponemos; la solución parte de los niños en primera instancia y después es de los adultos, pero también de todos los que intervenimos en este proceso”.
Uno de los factores más
importantes de esta producción es la manera en que nos presentan su creativo montaje
y cómo este se mezcla en una función sensorial donde la música y lo visual se
unen para dar vida a los personajes, que son títeres de mesa y títeres objeto,
creados con distintos materiales; sobre esto Valdovinos nos cuenta:
“Usamos dos técnicas de
títeres, uno son títeres de mesa, que ellos son los humanos, vamos a ponerlos
así, es la niña y el tío, los ajolotes que esos están hechos con espuma y los
títeres objetos, los títeres objetos son aquellos que tú tomas un objeto, por
ejemplo, una botella. En este caso nosotros tomamos un casco de los que usan los
obreros y los transformamos para representar aquellos males que los aquejan.
Por ejemplo, esos cascos de obrero,
pues les pusimos llantas, algunos otros aditamentos y entonces representan un
bulldozer y una pata mecánica. Hay otros que son unas casas, entonces en vez de
poner a gente llegando y construyendo sus casas, pues decidimos optar que esas
casas se convirtieran en monstruos y van destrozando todo lo que hay a su paso y
devorando, luego lo vomitan basura y aguas negras. En vez de representar a
personas en las trajineras, pues ponemos una trajinera que está alcoholizada,
que trae su traje de charro y se dedica a tirar basura, de alguna manera, le
dimos personalidad a estos problemas.
Lo que hacemos es que se vea, porque
creemos que esta cuestión visual y auditiva, tiene mayor alcance en los niños. También
hay música original para enfatizar una cuestión de emotiva o una cuestión perceptiva”.