Redacción
Foto:
Guillermo Ferla / Unsplash
Una
“corazonada educada” llevó a un equipo internacional de astrónomos a la posible
solución a un misterio sobre las regiones ricas en moléculas orgánicas que
rodean a las estrellas jóvenes en formación. El equipo, en el que participa
el Dr. Laurent Loinard del Instituto de Radioastronomía y Astrofísica (IRyA) de
la UNAM Campus Morelia, utilizó el Karl G. Jansky Very Large Array (VLA) en
Nuevo México (Estados Unidos) para revelar una de esas regiones que
anteriormente no había sido detectada.
Las
regiones alrededor de las estrellas jóvenes, o protoestrellas, contienen moléculas
orgánicas complejas, compuestas principalmente a partir de cadenas de carbono,
que pueden combinarse en moléculas prebióticas que son los primeros pasos en el
camino hacia la vida. Las regiones, denominadas “corinos calientes” por los
astrónomos, son típicamente del tamaño de nuestro Sistema Solar y son más
calientes que sus alrededores.
Hasta
ahora sólo se ha encontrado una docena, la mayoría de estos en sistemas
binarios, con dos protoestrellas que se forman simultáneamente. En algunos de
estos sistemas binarios, hasta ahora sólo se había encontrado evidencia de un
corino caliente alrededor de una de las protoestrellas pero no de la otra,
causando sorpresa entre los astrónomos.
Estos
“corinos calientes” habían sido observados utilizando luz en frecuencias de
radio específicas, llamadas “líneas espectrales”, con longitudes de onda de
unos pocos milímetros, que funcionan como “huellas digitales” que permiten
distinguir la presencia de diferentes elementos y moléculas en el espacio.
“Sabemos
que el polvo bloquea esas longitudes de onda, por lo que decidimos buscar
evidencia de estos químicos en longitudes de onda más largas que puedan pasar
fácilmente a través del polvo”, dijo Claire Chandler, del Observatorio Nacional
de Radioastronomía (Estados Unidos), e investigadora principal del proyecto.
“Nos pareció que el polvo podría ser lo que nos impedía detectar las moléculas
en una de las protoestrellas gemelas”.
Los
astrónomos usaron el VLA para observar un par de protoestrellas llamadas IRAS
4A, en una región de formación estelar a unos 1000 años luz de la Tierra, esta
vez en longitudes de onda de centímetros. En esas longitudes de onda, buscaron
emisiones de radio de metanol, CH3OH (alcohol de madera, no para beber).
El
resultado confirmó su “corazonada educada”
“Con
el VLA, ambas protoestrellas mostraron una fuerte evidencia de metanol a su
alrededor. Esto significa que ambas tienen “corinos calientes”, y la razón por
la que no los vimos en longitudes de onda más cortas fue por el polvo”,
dijo Marta de Simone, una estudiante de posgrado en el Instituto de Ciencias
Planetarias y Astrofísica de la Universidad de Grenoble (IPAG) en Francia,
quien dirigió el análisis de datos para este objeto.
Los
resultados de esta investigación están publicados en la edición del 8 de junio
de 2020 de la revista internacional The Astrophysical Journal Letters.