Uno despierta y disfruta su café con pan; el primer sol que pauta con líneas doradas la
oscuridad; camina por la calle y disfruta los árboles que encuentra
en su camino, respira el aire que genera la naturaleza y goza el vuelo de las mariposas
que sobrevuelan flores.
Uno disfruta unos tamales a veces, unos tacos de carnitas,
un brócoli con queso o unos huevos con chorizo, y es feliz con la rica comida.
Cualquiera podría lograr ser feliz
mientras se encuentra vivo; mirar sus series de Netflix preferidas o sus películas favoritas de Lars Von Trier o de Charles
Chaplin; buscar figuras en la inmensidad
de las nubes y ponerle nombres a las estrellas; escuchar música, y salir a pasear
tarareando una canción o ir a bailar con sus amigos; cualquiera puede visitar
Puebla, tomarse fotos y disfrutar sus calles, cualquiera pero no Agnes Torres.
Oh, no, ella no, porque a ella 5 hombres le mutilaron el
lenguaje, los sueños, la existencia, en Atlixco, Puebla. Agnes, que luchó por el reconocimiento
a la resignación de identidad en las actas de nacimiento. Ella no podrá ejercer su profesión de psicóloga; no podrá
comer ciruelas ni disfrutar el te, ni reconocer el calor del abrazo de las personas
que ama; no podrá caminar por el bosque y disfrutar de su frescura ni del canto
de las aves; no podra contemplar nunca más una catedral y tomarse una foto para
instagram. No podrá, Agnes no podrá, ni disfrutará una copa de vino
en una cena navideña, ni imaginará sus propósitos de año nuevo
mientras come las uvas y las tían intercambian regalos.
Agnes Torres no podrá disfrutar comprar la ropa que le
gusta, y elegir el color más apropiado para la graduación de alguna de sus amigas.
Agnes ya no viajará nunca a la playa para sentir la caricia del mar, sanar en su sal, curar
su alma; no podrá defender los derechos humanos de nuevo como lo hizo en 2010,
cuando a través del CONAPRED,denunció al priista poblano Javier López Zavala
por sus comentarios transfóbicos.
Agnes Torres no podrá enamorarse y ser
correspondida, ni fracasar en el amor. Agnes no ganará un ascenso en
su empleo, no hará las cosas mal un día, ni cometerá sus propios errores. Agnes tenía ideales, y la
transfobia, la intolerancia y un crímen de odio se los arrancaron.
Agnes en 2012, año en que todos
estábamos distraídos pensando en si sería el fin del mundo,
que si la profecía Maya, que si Adele nos sorprendió con Some One Like You, que si bla
bla bla, pero para Agnes Torres el fin del mundo llegó, el fin de su mundo,
Agnes fue torturada en un crimen de odio, se tenía que decir y se dijo, en México
ocurren terribles crímenes de Odio. La Universidad Veracruzana preparó a Agnes como Psicóloga, pero no
la preparó, y no
podía hacerlo, para salvar su vida de la transfobia que le arrancó la vida un 10
de marzo. Un crimen de odio le quitó la vida justo 13 días antes de su cumpleaños, y restará
como un recuerdo del porvenir, el pastel sorpresa que sus amigos le hubieran preparado
y que ya no pudo probar, nunca podrá apagar de nuevo las velas de un pastel y pedir
un deseo, no podrá recibir regalos de sus seres queridos nunca más, ni comprar
una casa, ni construir un jardín, ni reforestar la tierra, ni leer un buen libro, ni escuchar
nunca una canción nueva, ni sabrá si el cine nos sorprenderá con una nueva
obra de arte.
Agnes trabajo con muchas organizaciones para lograr el
reconocimiento de los derechos de la comunidad transexual, como la Organización Humana Nación Trans o la Red
de Democracia y sexualidad. No supimos construir un mundo con respeto a la diferencia,
sin crímenes de odio. La esperanza de vida de la comunidad transexual
es de 35 años, por causa de los asesinatos. Agnes, sólo pudo vivir
28 años, sus asesinos tendrán, los más, 35
años de prisión, el menos 23. Con 23 años de prisión
se pagará la vida truncada por la transfobia.
Querida Agnes, perdona a este mundo que dominado por odio perdió la humanidad. Descansa y sueña con las cosas hermosas que el machismo te negó, a ti, y a todas las mujeres transexuales asesinadas en México. Hoy celebramos tu vida Agnes Torres, ya no estás, pero el espíritu de lucha por los derechos humanos que alimentaste, se encuentra muy vivo en nuestros corazones. Los LGBT+ ondeamos la bandera del arcoíris, en la que cabemos todos. Hoy agradecemos estar vivos y poder construir nuestra felicidad, sin olvidarnos nunca de la minoría de las minorías. Hoy estás presente, Agnes, celebramos con Orgullo. Descansa en paz querida Agnes Torres, ahora tendrás 28 años de vida por siempre, perseguiste las estrellas y brillas a su lado.
Texto: Emmanuelle Brío
Foto: Mercedes
Mehling / Unsplash