En el cineclub “la película es un pretexto”.
Ulises Fonseca
La función que tenía el cine para congregar personas a dialogar sobre distintos temas y coyunturas, fue lo que se tocó en el conversatorio “La exhibición de cine en Morelia: retrospectiva y nuevos retos”, realizado por Miguel Agustín Chapela y José Luis Rodríguez Ávalos en el segundo día de actividades del “Foro Territorios del Cine en México”.
En ese espacio, Rodríguez Ávalos charló sobre el cineclub que creó a fines de los años 60 en la entonces Escuela Popular de Bellas Artes (EPBA) de la Universidad Michoacana; “la idea de un cineclub es que la gente tenga una participación activa, mientras que las películas son un pretexto para platicar de un montón de cosas; entonces nosotros pusimos el cineclub no sólo con la idea de que la gente tuviera información de las películas sino aportar otras cosas”.
Pero en ese entonces, los cineclubs no competían con las redes sociales, las plataformas como Netflix o las grandes cadenas exhibidoras, sin embargo Rodríguez Ávalos considera que éstos aún podrían retomarse “sí se plantea como lo que es un cineclub, que es socializar, la película es un pretexto ya que lo importante es lo que se hablará, la enseñanza que dejará”.
La historia del cineclub
Rodríguez Ávalos empezó con la proyección de las películas de Charles Chaplin, “sus películas son muy universales y de pronto pueden darnos lecciones de lo local, de lo particular, además invitaba a compañeros que conocían de cine y sabían conducir un debate para que toda la gente aportara”.
Sin embargo, el cine club no duró mucho debido a que era visto con malos ojos por varios maestros de la EPBA, “era maestro ahí, en 1975 me salí porque me enfermé y cuando regresé ya había sido retirado, en la escuela los maestros eran muy tradicionalistas y no les gustaba que hubiera más cosas, yo no me estaba quieto y hacía conciertos, exposiciones, obras de teatro, conferencias, que les molestaba mucho”.
Por tanto, cuando debió ausentarse de la EPBA, los tradicionalistas “aprovecharon para hacer un movimiento contra mí, entonces en 75 abandoné la escuela”, con la consiguiente desaparición del cineclub.
Esto fue una pérdida pues de acuerdo a lo relatado por Rodríguez Ávalos, el cineclub se hacía en la sala Silvestre Revueltas “que en esa época tenía 125 butacas y se llenaban, la gente iba con mucha avidez, siempre decían que se aprendía mucho más allá de las películas mismas, ubicar eso en una sociedad moreliana tan puritana era muy difícil”.