Por
Farah Wesley
Foto:
Atanas Teodosiev, tomada de Unsplash
I
Abstracta
habitarla
es pecado
la
encuentras en tus padres
un
parque
tus
hijos
el
psiquiátrico
en
Dios.
II
es
la compañía misma
a
veces la tercer hija de 4
está
durmiendo en el cuarto con tu hermana
o
a través de los ojos de un pedófilo encima de tu infancia mientras te bañas
este
año la población mundial creció en 75 millones de personas
75
millones de veces ha crecido la soledad, entonces.
III
¿Sabes?
Es
una mierda en todo el sentido de la palabra
la
soledad de un perro de la calle
¿Lo
has visto defecar?
¿Has
sentido piedad?
Él
no sabe de un lugar para ser adecuado
Y
cuando toma una postura para empujar las heces lo apedrean
es
irónico
hacia
el perro de la calle hay indiferencia
nadie
lo nota
Sin
embargo, cuando más necesita estar solo
hay
al menos un incauto
totalmente
preparado para hacerlo correr.
IV
Nunca
están solas las palomas, siempre hay alguien planeando asesinarlas.
V
Pienso
que
el acto más conmovedor de Dios
e
irrefutable prueba de la soledad humana
fue
crear a los animales
esas
criaturas nobles
que
están dotadas de un tremendo simbolismo
en
su compasiva mirada
reflejo
de bondad y misericordia
percibo
como
un acto atroz y detestable
darle
de comer a las palomas
simplificando
las migajas
al
sabor del pan, del cuerpo
impetuoso
arquetipo del espíritu
sería
decoroso liberarlas
de
la limosna
de
la desesperanza que no es deglutida
mientras
la infancia corre a ellas aclamando su vuelo
bajo
el corriente lagrimar violeta
de
un despeinado árbol de jacaranda
VI
La
soledad de miles de cigarras se escucha cuando juntas al unísono claman tregua
a la sequía.
VII
He
nacido sola
me
adapto al mundo con los días
me
mostraron dos caras:
una
madre, un padre
me
asignaron a su cuidado
y
yo debo pagar con cariño la atención de dos extraños.
Dentro
del vientre de la mujer, antes de parir no hay nada
no
hay un ser
están
en otra parte
el
canal de parto es la única puerta para entrar a la tierra
al
atravesarlo lloramos de miedo
no
hay soledad más profunda que nacer.
Sobre
la autora
Farah
Wesley Magallón. De niña pensaba en lo que quería leer en los libros y
terminaba escribiéndolo, de adulta quisiera recuperar a esa niña y ahora la
busco en escritos que generalmente aparecen de noche. Soy historiadora, gestora
cultural y comerciante amateur. Mi familia es interespecie.
Pertenezco
al RUM de las Salas de lectura del país y trabajo en la mesa de Vocaciones de
mujeres enfocada en la ideología de género. Escribo.