Redacción
Editoras y editores compartieron ideas, experiencias, anécdotas y posibilidades en las mesas de diálogo realizadas este jueves en "El Cuarto del Traspatio".
Entre éstas estuvo la mesa de editoras, quienes expusieron una serie de reflexiones sobre los estereotipos de género del ambiente editorial y la necesidad de transformarlos. Participaron Mónica Bergna, de El alboroto ediciones; Peggy Espinosa, de Petra ediciones; Genoveva Muñóz, de La Cifra editorial; Sol Aréchiga Mantilla, de Hormiguero editorial; ellas estuvieron acómpañadas por Chantal Garduño, quien es directora de la carrera en Arte y diseño en la UNAM campus Morelia. Ahí, Genoveva Muñóz compartió que existen costumbres sutiles que hacen invisible a la mujer: "no asumen que una mujer también puede dirigir mientras que al hombre sí lo consideran como el líder".
En un sentido semejante, Sol Aréchiga expuso que todavía existe el estereotipo de que la editora "está supeditada o es la asistente; también se traslada el papel del cuidado de las cosas, cuando es una responsabilidad que debería ser compartida".
En el caso de Chantal Garduño, la académica refirió que debido a su trabajo cercano a editores "sí me parece que dentro de una editorial constituida por hombre-mujer he visto que muchas veces es el hombre quien es la cara (...) no por ser mujer rompemos ciertas acciones, muchas veces se replican las prácticas machistas". En esta discusión, Peggy Espinosa añadió su voz para referir que entre mujeres y hombres hay muchos arquetipos, "además, supe que si quería equidad yo misma necesitaba ser también equitativa (...) hay diferentes formas de abordar el poder".
En ese sentido, Chantal Garduño agregó que, en efecto, "debemos reconocer que solos y solas no lograremos cambio alguno, tenemos que reconocer que necesitaremos todo lo que tengamos para avanzar". De manera posterior, fueron realizadas dos mesas entre colegas editores, quienes discutieron cuestiones como la circulación de ideas, los discursos, el diálogo con los lectores y la propuesta particular de cada proyecto. En dicho espacio, Andrea Fuentes Silva, de La caja de cerillos editorial, mencionó que no hay cosas unificatorias de las editoriales y más bien estas son muy diferentes entre sí, no obstante "nos hermana la pasión por hacer los libros (...) cada quién sigue estrategias distintas". Nurivan Viloria Martínez, de Mono ebrio editorial, refirió que ellos manejan tirajes muy pequeños y no buscan que sea de otra forma, pues consideran que éstos "tienen un discurso propio".
Sol Aréchiga expuso a su vez que su proyecto está enfocado en la traducción de historietas a lenguas indígenas y lo que buscan mediante esto es la visibilización de las lenguas indígenas, así como el combate a la violencia estructural hacia las culturas originarias donde entran en juego el racismo y el clasismo.
A propósito de las propuestas, Tonatiuh Trejo Gómez, de "Esto es un libro", dijo que ellos son un laboratorio editorial que busca expandir las ideas de los conceptos de libro, página o lectura, con el fin de deconstruir la sacralización y las dicotomías en torno a éstos. Además, consideran que no se puede excluir al componente del libro que es el lector, ya que "el libro se materializa cuando se incrusta en la psicología de alguien". Por último, Mónica Bergna dijo que le resulta sorprendente ver "que haya tantos locos dedicados a los libros, también es inevitable cuestionarte si lo que haces tiene utilidad o contribuye en algo". Por otra parte, ese jueves también fue presentado el proyecto de Biblioteca del Libro Ilustrado (BLI), de Artemio Rodríguez; mientras que Andrea Fuentes Silva cerró las actividades en El Traspatio Librería con una noche de arte, dibujo y reflexión, mediante una intervención colectiva de abanicos en los que trabajaron con las ideas de feminidad, identidad y relación entre géneros.