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Elena Garro, su poesía y el amor a solas

Elena Garro, su poesía y el amor a solas
2020-04-09 07:04:58 RedLab Literatura

por Emmanuelle Brío

 

Elena Garro, con su amor a solas por los siglos de los siglos, es para Silvia Molina, la más grande escritora mexicana del siglo XX. Coincide con esto Geney Beltrán Félix, Margo Glantz y muchos otros críticos, en que la enormidad de Garro es indiscutible. Especialistas como Liliana Pedroza, Carlos Landeros y, sobre todo, Patricia Rosas Lopátegui, han luchado para rescatar su obra del olvido. La recordamos sobre todo por su novela monumental Los Recuerdos del porvenir, entre muchas otras novelas. Destacan sus cuentos La semana de colores y en su teatro Un hogar sólido, entre varias obras. Realizó una vasta obra periodística que la llevó a entrar de encubierto en la cárcel de mujeres, para desmantelar los abusos de un penal. Sabemos mucho de ella, pero sabemos poco de su poesía, que ha permanecido oculta desde 1947, fecha del poema más antiguo, registrada en Cristales de tiempo.

 

En 1997, un año antes de morir, Elena Garro entrega sus poemas a Patricia Rosas Lopátegui, con la esperanza de que estos versos inéditos logren ver la luz. La obra poética es la obra de la vida misma. Para María Zambrano los poemas son bombas de tiempo. En los poemas de Cristales de tiempo, título, muy acertado, que elige la misma Patricia Rosas Lopátegui, flota el alma de Elena Garro. Muchos obstáculos ha recorrido su obra para lograr llegar a los lectores; tuvo que enfrentar y continúa enfrentado los discursos de odio que pululan en torno a su persona.

 

La poeta canadiense, Margaret Atwood, señala que para las sociedades contemporáneas “la única mujer buena es la mujer muerta, si eres tan buena por qué no estás muerta”. Sin embargo, hoy día, a Elena Garro ni después de muerta se le reconoce por la calidad de su obra, su literatura continúa ensombrecida por rumores que nada tienen que ver con la escritura.

 

Hablaremos hoy del universo poético de Elena Garro. Para el poeta inglés Percy Bysshe Shelley, un poeta “es un ruiseñor que se sienta en la oscuridad y canta para alegrar su propia soledad”. Elena canta desde el silencio, sus poemas estuvieron guardados en cajas polvorientas, fueron de mudanza en mudanza y de casa en casa sin poder ver nunca la luz. Pero caso curioso el de sus versos, no cae en preciosismos ni en pretenciosos juegos de lenguaje. Sus poemas son versos de acciones. En el poema “El llano de Huizaches”, por ejemplo, Elena se ve a sí misma descuartizada, y cada una de las partes de su cadáver, esparcidas en el llano, van contando su historia. Atravesar un campo de huizaches, lleno de enormes espinas es algo muy difícil, nos cuenta, y el campo de espinas es nada menos que la vida misma de Garro.

 

Elena Garro, como Sándor Márai, nos cuenta en su poesía, que ha sobrevivido a sus seres queridos y añora a los muertos que la dejaron sola; escribe para los seres que ama y fueron abrazados por el sueño de la muerte; le dice a su padre:

 

“A oscuras búscame tú esta noche, padre

tomemos juntos el carrito

para ir al mismo sueño”.

 

Angelina Muñiz-Huberman, descubre que hay quienes miran la muerte del padre, sin desprenderse ni un segundo del lecho, con tal de capturar el momento preciso en que la muerte arranca el aliento. Elena canta al padre:

 

“busco tu belleza,

busco tus ojos,

busco tu voz,

te busco a ti”.

 

Villaurrutia canta a la rosa increada y Antonio Alatorre celebra los versos de Sor Juana sobre la rosa, porque, hablar de la rosa requiere competir con todos los poetas que de ella han hecho gala. La rosa de Sor Juana el “más bello ropaje al viento explica”. Y Elena Garro también habla de la rosa, escribe:

 

“tiene sus raíces en el aire

y brilla en un círculo de hielo

y camina a la altura de los ojos

y está de día y de noche

brillante, intocada, floreciendo

siempre”.

 

Para Garro la infancia tiene un papel gigantesco en la memoria y constantemente viaja a ella. Margo Glantz, señala que Garro vuelve la infancia una forma de resistencia. El gran poeta Miguel Hernández canta: “Desperté de ser niño. Nunca despiertes. Triste llevo la boca. Ríete siempre”. Para Garro, los recuerdos de la infancia, vuelven a la realidad en el sueño, en él, logra visitar a Deva, su hermana mayor, en el momento en que ambas continúan siendo niñas, escribe:

 

“Ya sólo jugamos en las noches

-en las mías- a la mitad del sueño”.

 

Elena vuelve a su infancia en la poesía. Añade:

 

“interrumpimos el juego

cuando un pájaro iba a salir

de entre tus labios”.



 

Para Garro, como para Henry David Thoreau, la naturaleza juega un papel esencial. El arbusto Huele de Noche, es protagonista de su vida, al grado de inmortalizar su magia en un poema, este árbol que con su olor impregna todo y permite avanzar y retroceder en el tiempo. Garro escribe del Huele de noche:

 

“tenebroso perfume

racimo melancólico

presagio de la sombra

reflejo de la luna que te mira”.

 

Marcel Schwob nos regaló una serie de revelaciones: “No esperes la muerte: está en ti”, “es este un mundo de formas, pero hay que destruir las formas”.  Elena se mueve entre los muertos, recuerda el suicidio de su primo Boni, un 28 de Diciembre y nos revela las lecciones que le dio su tío y que forjaron su enigmática personalidad, escribe:

 

“-Dispón de mis botellas de gasolina, y organiza tú los incendios.

-Debajo de mi almohada está mi honda”.

 

Hay mucho más que muertos en los Cristales de tiempo, y una parte importantísima es la que refiere al amor. La poeta española Carmen Martín Gaite, recuerda la dureza y frialdad en el corazón de su amado, escribe “-Me han raptado- dijiste. La reina de las Nieves. Pero esta vez no era literatura”. Elena, como Carmen Martín Gaite, vuelve a Andersen, encuentra el corazón de hielo de su amado y le escribe:

 

“Todo el año es invierno junto a ti,

Rey midas de la Nieve”.

 

Añade:

 

“El sol se aleja cada día más

de mi órbita.

Sólo hay invierno junto a ti,

amigo”.

 

Garro, en su poema más personal, “Vamos unidas”, recuerda la manera en que su suegra, a quien nombra La Tortuga, se refiere a ella, escribe:

 

“Golpean a la puerta

cerrada con pestillo:

Puta, puta, puta

grita la tortuga”.

 

Garro también recuerda la manera en que su amado, a quien llama  “El visitante” se refiere a ella, él, le ordena:

 

“Puta, puta, puta

salta la puerta”.

 

Garro recuerda la manera en que los amigos de su amado se refieren a ella:

 

“Puta, puta, puta.

Despierte que ha llegado su marido”.

 

Recuerda como su amado necesitaba penetrarla con los dedos para mostrar la sangre de la noche de bodas a la suegra, y así demostrar que conserva la virginidad y no era una puta, aunque él la llamara así, Elena escribe:

 

“Los dedos pequeños de uñas largas

chorrean sangre

-Le mostraré a mi madre

que eras virgen- ”.

 

Añade sobre sí misma, mirándose de lejos:

 

“Helena está en el limbo.

No atenderá la llamada

de los dedos que gotean sangre”.

 

Elena registra también en sus poemas la bisexualidad clandestina de su amado, escribe sobre él:

 

“Fumador de marihuana,

se exhibe en la pantalla chica.

Fanfarrón.

Fornica con mozuelos,

olvida el horror de la vida conyugal”.

 

Garro es una poeta que va más allá de su intimidad, en 1949 escribe un poema para el dictador Joseph Stalin:

 

“Tu luz mata a los poetas

y a los hombres.

Inventor de palizas,

Gran creador de esclavos”.

 

Añade:

 

“Palo ciego el tuyo.

Buscas al enemigo

hasta debajo de las piedras”.

 

Pero además de escribir sobre Stalin, Elena escribe a sus grandes compañeros de vida, los incondicionales, los que no traicionan: los gatos. El poema Lola, que cierra el libro, es probablemente el texto más dulce y tierno que escribe Garro. En él rememora la historia de Lola, su gata, que la acompaña entre una aventura y otra, habla de esta gatita con una cadencia que sólo pueden permitirse los grandes poetas. Cuando Elena habla de los pasos de Lola, podemos pensar en “Un gato en un piso vacío” de la Premio Nobel polaca, Wislawa Szymborska, para quien morir es algo que no se le hace a un gato. El poema “Lola”, de Garro es la antítesis de Szymborska, ver morir un gato, eso no se le hace a un humano. Garro escribe:

 

“Ha muerto la Reina más pobre,

lloro al ver su viejo gabán”:

 

Añade:

 

“Me acuesto muy tarde;

no quiero llegar al cuarto

y no verla saltar sobre la cama”.

 

Finalmente le pregunta a la gatita muerta:

 

“¿Andamos huyendo, Lola?

¡Ya no!”.

 

Gran parte de la poesía de Garro, retrata el viaje que hace con su hija, y ese deberán descifrarlo los lectores.

 

Ningún poeta se merece ser enterrado. Nadie podrá negar la condición de poeta de Garro. Me acuerdo de Xavier Villaurrutia, para mí gusto, el gran poeta homosexual mexicano del siglo XX. Él, que defiende a Sor Juana de los insultos y ataques de Pedro Salinas, que quiere negarle a la monja la condición de poeta. Villaurrutia revela la grandeza de Sor Juana, con un poema de amor, porque para nuestro poeta, es indiscutible que para muestra, un botón. Así, con un poema de amor, podemos darnos cuenta de la grandeza de Garro, se trata de un poema en el que Elena realiza un conjuro de amor a  Adolfo Bioy Casares, quien fue el último gran amor de su vida, ruega al amado sentir todo lo mismo que ella ha sentido. El poema lleva las iniciales del amado por título. Cierro con este poema, en el que Garro nos hablará de su amor a solas, por los siglos de los siglos:

 

A. A. B. C.

 

“Que cada una de mis lágrimas

ahogue en sal cada uno de tus días

y cada uno se te convierta en roca

y cuando sueñes sólo seas tú solo

perdido en las salinas

muerto bajo un viento de sal.

Que mires los ojos de la muerte

en los ojos que mires y te miren

y los caminos intrincados de mis lágrimas

de aquel viernes

se hundan en tu piel

hasta volverte una máscara tatuada.

Que ellas tengan la virtud

de borrarte la memoria de la dicha

y días vacíos encadenen tu tedio.

Baste una sola

para amargar el más dulce de los frutos

y otra para cegarte la belleza.

Una, ligera, leve

se te convierta en roca

y todas en un río caudaloso

en el que nades a contracorriente

por todas las edades venideras

persiguiendo un punto luminoso

engañosa estrella fija

como esta inexplicable desdicha

de perseguir aquel viernes

aquel balcón de piedra

aquel adiós

aquel árbol flotando solo en el aire nocturno

alejándose más a medida que avanzo

en la memoria”.


Foto de interior: Valentin Salja / Unsplash




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