Redacción / Guadalajara, Jalisco, a 29 de noviembre de 2020.- La avenida de Las Rosas en su cruce con Mariano Otero luce desolada. Estos días debería ser como un hormiguero repleto de los amantes de los libros haciendo fila para ingresar a la Expo Guadalajara y deleitarse con las letras plasmadas en las páginas de cientos de miles de libros, con las conferencias y presentaciones.
El motivo lo sabemos. La pandemia por la Covid-19 no dio tregua a la feria del libro más importante de habla hispana, que ha demostrado su resiliencia y capacidad de transformarse en un encuentro virtual para llevar lo mejor de la literatura internacional a miles de pantallas en todo mundo.
Pero a pesar de la añoranza, la edición 34 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) tiene el objetivo de que sus actividades virtuales no sólo alcancen a un mayor público, sino que represente el inicio de una nueva era en la apropiación tecnológica de las ferias literarias y un espacio para honrar a las víctimas del COVID-19.
Este año, el conjunto universitario ubicado en la zona de Los Belenes recibió la ceremonia inaugural, donde de la Universidad de Guadalajara y de gobierno inauguraron el encuentro literario,
que se transmitió por Canal 44 y redes sociales. El Presidente de la FIL,
licenciado Raúl Padilla López, se dijo alegre de llevarla a cabo, pero al ser
un año tan fatídico, debido a la pandemia, nacen sentimientos encontrados.
“Dedicamos esta FIL a la memoria de todos los fallecidos.
El puente que nos une con ellos –como sugirió Thornton Wilder en su
novela El puente de San Luis Rey– es indestructible porque está
hecho de amor, un material más perdurable que la memoria”, manifestó.
Ante la crisis que también alcanzó a la industria editorial, dijo que la FIL
continúa con la labor de acercar a los agentes involucrados. “Hemos creado FIL
Negocios, plataforma que albergará actividades de más de
5 mil profesionales del libro, quienes sostendrán más de 2 mil 400
reuniones desde sus 53 países de origen. A través de Diálogos de la Industria,
agentes de las cadenas del libro debatirán sobre temas de actualidad”, informó
Padilla López.
Refirió que este encuentro, en un ambiente virtual, ha requerido mucho trabajo
y aprendizaje, que derivó en un programa diverso y de gran calidad que hará
disfrutar la feria. “Se van a sorprender de todo lo que hemos preparado para
esta ocasión. A través de nuestro sitio web se abrirán
eventos en directo, catálogos y un mercado de libros con
posibilidad de seguirlos en las redes, Canal 44, Radio UdeG, Canal 22 y otros
canales públicos nacionales y latinoamericanos”, subrayó.
El Rector General de la Universidad de Guadalajara, doctor Ricardo Villanueva
Lomelí, externó que “esta feria nos permite entregar los honores al
personal de salud” que durante esta pandemia han trabajado
incansablemente por la salud de la sociedad.
Recordó que, desde el 13 de marzo, hace 260 días, se inició un proceso
acelerado para cambiar las dinámicas y llevarlas a lo virtual, por lo que “esta
FIL es histórica; es la primera que viviremos en un formato híbrido marcado por
la tecnología”.
Villanueva Lomelí dijo que en 2019 hubo 830 mil asistentes a la feria, por lo
que este año se puede llegar a ese mismo número de forma virtual.
“El reto es que para el próximo año puedan venir y podamos ir, y entonces
duplicamos para que tengamos una feria de un millón 600 mil asistentes, porque la FIL no tiene que volver a ser igual, si
recuperamos la presencialidad y mantenemos la virtualidad, la FIL será más
amplia, asombrosa, profunda, sorprendente y más conectada”, refirió.
Galardón de las lenguas romances, para la transfigurada Lídia
Jorge
Durante la ceremonia inaugural de la feria más importante de habla hispana se
le homenajeó a la originaria de Boliqueime, por ser la merecedora del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2020.
“La literatura es una carta que enviamos a la lejanía: lejos en el tiempo,
lejos en el espacio. A veces, la literatura llega a su destino; a veces,
recibimos noticias de regreso”, declaró.
“Cuando en Europa se aproximaba el final del verano, la dirección de la FIL
acostumbra anunciar en cuál de las ocho lenguas romances encontró un imaginario
literario digno de ser premiado. Este
año, por cuarta ocasión en 30 años, se eligió a la lengua portuguesa. Y
en el destinatario de esta carta, estaba escrito mi nombre”, contó Lídia Jorge.
Mediante un video, la escritora portuguesa dio a conocer su agradecimiento por
el reconocimiento que le otorgaron y contó
sobre cómo de niña ella conoció al gran Homero, que en el pueblo donde
ella nació él era mujer mayor y se llama María Encarnación.
“Cantaba con una voz débil, con un vibrato muy fino y prolongado. A pesar de
nunca haber tenido un libro, ella
cantaba romances antiquísimos aprendidos de memoria en su infancia”.
“Tiempo después logré identificar en su narrativa, sin intervalos ni pausas,
algunos romances tradicionales como el de La nau Catrineta, La bella infanta o La visita de la Novia Difunta. Y nosotros, los niños,
quedábamos cautivados por aquellas historias cantadas que hablaban de amor, de
combates armados, de aventuras prodigiosas acerca de marineros sobre las olas”,
relató Jorge.
“Cuando nos cansábamos de su canción interminable, íbamos a correr por el
campo, volando unos centímetros por encima del suelo. Sin saber por qué, luego de esos
encuentros nos sentíamos más ligeros. Aquella mujer nos salvaba de la
soledad de los campos”.
Esa mujer, dijo, era una Homero involuntaria, cuya muerte fracturó una cadena
de siglos de historias. “María Encarnación
fue un ser atravesado por el fulgor poético, aunque no tuvo la felicidad
de conocer la maravilla que son los libros”, confesó.
“Tengo la certeza de que esa
experiencia me enseñó lo esencial sobre la capacidad de transfiguración que
rige a la especie humana. Y pienso en ella, y en el misterio del tiempo
que determina la vida de cada uno, y en la manera en que nos sujeta a las
circunstancias del transcurso de las fechas y de la Historia”, aseguró Lídia
Jorge.